El presidente colombiano, Gustavo Petro, ha reaccionado enérgicamente ante los resultados de las elecciones europeas, donde los partidos de derecha han obtenido avances significativos. Petro ha calificado este desarrollo como «el ascenso del fascismo al poder» y ha manifestado su preocupación por lo que percibe como un retroceso democrático en Europa. En sus redes sociales, Petro ha contrastado la situación europea con la de América Latina, a la que describe como «el faro de la democracia».
Desde una perspectiva crítica de derecha, las declaraciones de Petro pueden interpretarse como una exageración y una falta de comprensión de los motivos legítimos de los votantes europeos. El avance de los partidos de derecha puede ser visto como una respuesta a las preocupaciones sobre la inmigración, la seguridad y la identidad nacional, que son cuestiones que los ciudadanos sienten que no han sido adecuadamente abordadas por los partidos tradicionales.
Petro ha instado a los líderes europeos a reflexionar sobre el peligro que, según él, representa este cambio político, y ha hecho un llamado a reafirmar el compromiso con la democracia y los derechos humanos. Sin embargo, desde la óptica de la derecha, sus comentarios podrían ser vistos como una falta de respeto a la voluntad popular y una descalificación injusta de movimientos políticos legítimos que buscan representar a una parte significativa del electorado.