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¿Vladimir: el caballo de Troya?

¿Logrará el magistrado Fernández bloquear internamente a la Corte Constitucional en su neutralidad?

No es la primera vez que un secretario jurídico de Palacio sale directo, como de la cama al calzón, a ser magistrado de la Corte Constitucional. Sucedió bajo los gobiernos de Uribe y de Santos con Mauricio González y Cristina Pardo; de paso, hay que reconocer que, como magistrados, ambos dieron ampliamente la talla.

Por eso la gran preocupación por la elección del actual secretario jurídico de Palacio en la Corte, Vladimir Fernández, no radica en ese vaso comunicante, sino en que ni Pardo ni González fueron en su época voceros políticos ni agentes de sus respectivos gobiernos. Estuvieron ocupados netamente de sus quehaceres jurídicos.

No es el caso del secretario Vladimir. La primera duda es: ¿cómo consiguió tan arrolladora votación en el Senado, de 88 votos? He preguntado por ahí y me han respondido lo mismo: porque de la terna, era el menos malo. Desde el principio auguré que esta era una terna de uno. Por lo demás, el doctor Vladimir fue un excelente estudiante del Externado, está lleno de títulos y sus conocimientos no se ponen en duda. Lo que sí está por verse es su neutralidad y si terminará siendo el caballito de Troya del gobierno Petro para empezar a influir internamente en la Corte, así esté inhabilitado para todos los temas que tramitó, redactó o coordinó como secretario jurídico.

El doctor Vladimir, que se define como un “conciliador”, recientemente aprovechó el encuentro de la Jurisdicción Constitucional en Girardot, en compañía del propio Presidente, de la ministra de Ambiente, el de Justicia y el director del Dapre, para celebrar su cumpleaños con torta y todo. ¿Qué tenía que ver ese aniversario privado con la cumbre de la jurisdicción Constitucional? A la que por cierto casi ponen en ridículo con el nombre que le escogieron, por su cursilería: ‘Entre ríos y saberes’. El lobby resultante ayudó a que la mayoría de 6-3 que había en la Corte a favor de tumbar la declaración de emergencia en La Guajira se convirtiera, luego de soplar las velitas, en un 5-4 en contra. Con el paso de los días, la votación volvió a enderezarse.

A Petro le tocará volver a ternar magistrado de su camada en el 2025 y a la Corte Suprema y al Consejo de Estado, a tres más. Quién sabe de aquí a allá cómo estén las fuerzas en las dos corporaciones, porque Petro está avanzando con éxito en cooptarlo todo con sus fichas.

La pregunta es: ¿logrará el magistrado Fernández bloquear internamente a la Corte en su neutralidad?

En reciente entrevista con Yamid Amat, ya elegido, investido como magistrado, el doctor Vladimir dio unas opiniones políticas que ya no le correspondían, como si siguiera de vocero de la agenda del Gobierno. Anunció que su talante socialdemócrata lo inclinará hacia los derechos progresistas (¿existirá una regla para medir cuáles lo son y cuáles no?). Dijo que habría votado contra la decisión de tumbar la emergencia de La Guajira, claro, porque él mismo redactó; que hay que insistir en el “acuerdo nacional”, un concepto absolutamente político; y se mostró partidario de negociar con narcotraficantes dentro de la ‘Paz Total’, pero dentro del marco penal, “para que no acabe con la integridad de nuestro país”. Aunque al paso que vamos, eso no se descarta, bajo las órdenes a todas luces contradictorias del comandante del Ejército de que a nuestras fuerzas del orden les queda prohibida cualquier acción ofensiva contra la ilegalidad, pero que al mismo tiempo no pueden parar de combatirla.

El magistrado Fernández llega a la Corte Constitucional en momentos en que sería peligroso meterle activismo petrista. Este fin de semana se escogió extrañamente la revisión de una tutela de la Corte Suprema (¿volvemos al choque de trenes?) que esta le había negado a Mancuso, para sustituir una medida de aseguramiento intercarcelario que tiene pendiente a su regreso al país de EE. UU., por una menos restrictiva de la libertad. La Corte Constitucional le dio vía libre a esa posibilidad. ¿Qué diablos la llevó a seleccionar dicha tutela, que la indispone con la Suprema y hasta con el país el día en que veamos a Mancuso paseando por un centro comercial, sin haber dicho una gota de verdad ni haber reparado a sus miles de víctimas?

Sobre publicaciones periodísticas relacionadas con la vida privada del magistrado Vladimir no tengo nada que opinar. Corresponden al ámbito de su intimidad. Pero sobre su futuro comportamiento como magistrado, espero que se ponga la toga y se quite el traje de activista y vocero de las causas de este gobierno. Su nuevo papel le impide hacer las dos cosas al tiempo y podría hasta perjudicar el merecido prestigio que mantiene la Corte Constitucional. Por eso le pondremos la lupa.

Entretanto… ¿Qué tal que cada vez que hablamos de X, hay que aclarar entre paréntesis que se trata del antiguo Twitter? ¿Se habrá visto un cambio más imbécil de una marca?

MARÍA ISABEL RUEDA

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