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Petro en contra de Vicky Dávila

No es propio de un jefe de Estado. No solo por las faltas de ortografía y la redacción pobre y deficiente, que ya dejan mal parado a quien ocupa la más alta dignidad política y alardea de intelectual; también por la agresividad que emplea contra una periodista y cómo instiga a la Justicia para que actúe contra ella.

El presidente Gustavo Petro dejó claro al país, desde que tomara posesión, que él no gobierna para todos, sino para los suyos. Que matricula de enemigo a quienes piensan distinto. Pero el trino que escribió en X (antes Twitter) contra Vicky Dávila, cargado de un odio visceral, traspasó la frontera de lo admisible.

No solo le dedicó improperios, sino que le puso una lápida encima. Basta con ver los panfletos con el rostro de Dávila y el lema “Desinformación. Desestabilización. Revista paramilitar” para comprobar que el mensaje presidencial surte efecto. De alguna manera justifica las amenazas contra la directora y las agresiones a SEMANA.

“(…) la periodista que en realidad es una militante de la extrema derecha y quizás su vocera más importante”, insulta el presidente. “Hasta Fox el medio de la derecha norteamericana ha sido condenado por una justicia bastante conservadora cuando su información ha destruido personas inocentes y cuando la mentira ha sido llevada al máximo de la mentira. ¿Quién defiende los derechos del calumniado o calumniada? ¿Hasta cuando confundiremos el derecho a la persona y su buen nombre aplastado por completo por el derecho de destruir a esa persona solo porque no piensa igual que la activista o porque se atravieza en su negocio?”, sigue el mensaje de Petro en la plataforma X.

Debo aclarar que la redacción del texto es del presidente. Nada he tocado, ni siquiera “atravieza”, no vaya a ser que me tilde de manipuladora de su excelsa pluma.

Y ahora viene uno de los párrafos más inquietantes, dirigido a las altas cortes:

“No es el presidente el que debe actuar para restablecer el derecho a ser persona en la sociedad, que es básico para la libertad, sino que le corresponde a la justicia constitucional”, reza la invectiva presidencial.

Es decir, el jefe de Estado, que creía que el fiscal era un subalterno, pide a los magistrados a quienes corresponda revisar demandas contra Dávila, que le paren los pies. Y termina su mensaje mostrando “Toda mi solidaridad…a las personas que son tan tramposamente destruidas solo porque están cerca de mí, pertenecen a mi gobierno a se acercan a él, o, porque por simples.hechos de la vida (…) está en mi gobierno” (insisto en que no corrijo nada).

Dado el alto grado de violencia verbal que suele emplear el jefe de Estado en sus apariciones públicas, es comprensible que su largo trino haya pasado casi inadvertido. Unido a que las diatribas contra Vicky Dávila y SEMANA se volvieron paisaje en este gobierno. Olvidan, con excesiva frecuencia, que ya no son tirapiedras ni opinadores ni opositores, sino miembros del Ejecutivo. Y que dirigen los destinos del país con solo la mitad del apoyo electoral. Si Gustavo Petro fuese un estadista, comprendería que su labor principal es unir y convencer, en lugar de dividir, vilipendiar y aplastar.

También aceptaría que Vicky Dávila logró confesiones de su círculo íntimo que le dejan mal parado. Marelbys se quejaba del polígrafo y ya vamos por una trama delincuencial para hacerla pasar junto con otra empleada por integrantes del Clan del Golfo. Day Vásquez destapó un listado de irregularidades y Nicolás Petro amplió el abanico, si bien la visita fugaz de su poderoso papá seguramente lo habrá convencido de que no siempre conviene decir la verdad. Sin olvidar que las palabras de Benedetti obligaron a su amigo, el presidente, a sacarlo de la embajada en Caracas. O que fue la misma vicepresidenta quien reveló que utilizaba un helicóptero para ir a su casa los fines de semana.

Si Vicky Dávila miente tanto, ¿por qué hubo dimisiones, se suicidó un coronel y hay policías encausados por el caso Sarabia?

Tal vez Petro aprovechara su paseo a Chile para que Guanumen, el que corría la línea ética de la campaña electoral y fue premiado con un cargo diplomático, lo alimentara con nuevas ideas. Además de que la Presidencia cuenta con Activistas por el Cambio, dirigido por un catalán que perteneció a una banda terrorista y ha sido un promotor de violencia callejera. ¿Serán los encargados de acosar a los críticos de Petro?

No ignoro que hay aspectos para modificar en el periodismo de hoy en día, máxime en un mundo dominado por las tóxicas redes sociales, y que todos debemos hacer autocrítica.

Pero es inadmisible que todo un presidente dispare acusaciones falaces y peligrosas para silenciar voces incómodas. Recuerden que este es un país donde la vida no vale nada y siempre encuentran argumentos para acusar al muerto de su destino fatal.

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