En Colombia, ha surgido una creciente preocupación por la destrucción de múltiples estatuas, atribuida a seguidores del movimiento político liderado por Nicolás Petro, conocidos como «petristas». El reciente derribo de la estatua de César Rincón en Duitama ha generado un intenso debate sobre los límites de la protesta política y el respeto por el patrimonio cultural.
Este acto no es aislado; otros monumentos históricos y culturales han sido derribados en los últimos años, en lo que algunos defienden como un acto de resistencia contra símbolos que representan ideologías que consideran opresivas. Sin embargo, críticos y expertos en patrimonio cultural alertan sobre los riesgos de este tipo de acciones, que pueden socavar la memoria histórica y la diversidad cultural del país.
El debate sobre la destrucción de estatuas refleja las profundas divisiones ideológicas en la sociedad colombiana, exacerbadas por un clima político polarizado. Mientras algunos argumentan que estas acciones son necesarias para confrontar el pasado y promover la justicia social, otros advierten sobre los peligros del extremismo y la intolerancia en el discurso público.