Su pontificado revolucionario trabajó para hacer que la Iglesia Católica fuera más inclusiva. Ahora los cardenales deberán decidir si continúan con su enfoque o restauran un liderazgo más doctrinario.
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El Papa Francisco ha fallecido, anunció el Vaticano este lunes, poniendo fin a un pontificado innovador que buscó —aunque con tropiezos— reformar la Iglesia Católica Romana hacia una institución más abierta e inclusiva.
Con semblante serio y de pie frente a un micrófono en el Vaticano, el cardenal Kevin Farrell anunció la muerte del papa:
“A las 7:35 de esta mañana, el Obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre”, dijo. Farrell, estadounidense de origen irlandés, se convierte en el administrador de facto del Vaticano tras la muerte del papa.
Dolientes, algunos entre lágrimas, acudieron rápidamente a la Plaza de San Pedro en Roma, mientras líderes mundiales enviaban mensajes de condolencia a los católicos del mundo y elogiaban el compromiso del pontífice con los pobres y marginados.
La muerte de Francisco activa el proceso de deliberación y maniobras para elegir a su sucesor.
La ausencia de Francisco, un humilde defensor de los pobres, deja un vacío en el liderazgo de más de mil millones de católicos. También deja a los cardenales de la Iglesia con una decisión crucial: ¿elegirán a un nuevo papa que continúe su enfoque abierto y global, o restaurarán el camino más tradicional y doctrinario de sus predecesores?
Tras errores iniciales, Francisco logró avances importantes en el abordaje de la crisis de abusos sexuales dentro de la Iglesia y en la reforma de su opaca cultura financiera. Su notable estatura global en los primeros años —cuando líderes progresistas del mundo también impulsaban el cambio climático, los derechos de los migrantes y la equidad económica— dio paso a un período más populista en el que a veces parecía una voz solitaria. Pero nunca cambió su enfoque.
Francisco creía que el futuro de la Iglesia dependía de ir hacia las periferias, abrazando a los fieles en el mundo moderno, en lugar de ofrecer un refugio aislado de él. Los próximos días revelarán cuán profundo es realmente su legado.
Otros puntos clave:
Problemas de salud: Apenas un día antes de su muerte, el Papa Francisco bendijo a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro durante la misa de Pascua —una de varias apariciones públicas durante la semana—. Sin embargo, su voz débil y ronca fue un recordatorio de su fragilidad, menos de un mes después de haber sido dado de alta tras una larga hospitalización por una neumonía potencialmente mortal.
Legado papal: Francisco creó miles de obispos y nombró a más de la mitad del Colegio Cardenalicio, eligiendo a menudo a prelados que compartían sus prioridades: cercanía con los pobres, acogida a los marginados y dar protagonismo a temas como el cambio climático. Ahora, los cardenales que elegirán a su sucesor enfrentan una decisión clave: ¿seguirán su camino hacia una Iglesia más inclusiva o restaurarán el enfoque más tradicional de sus antecesores?
Una crisis persistente: A pesar del trabajo de Francisco para abordar la crisis de abusos sexuales en la Iglesia, este tema marcó su papado, tal como lo hizo con los pontificados anteriores.
Elección de un nuevo papa: La muerte de un papa activa una serie de rituales y procedimientos —muchos de ellos sin cambios durante siglos— que fueron diseñados para asegurar el secreto y una transición ordenada del poder.
