MARÍA RUEDA
Con su anuncio de la consulta popular, Petro desconoce varios principios de esta democracia.
Petro anuncia que organizará una consulta popular para preguntarle al “pueblo” si acepta las reformas sociales del Gobierno. Pues auguro que eso podría resultarle un gana-gana.
Y me parece injusto que ahora resulten diciendo que la Comisión Séptima del Senado le dio “papaya” al Gobierno, porque simplemente hizo lo que le tocaba hacer con unas reformas sin respaldo fiscal y que no resuelven los problemas: los agravan.
Con su anuncio, Petro desconoce varios principios de esta democracia: 1) El respeto por la independencia de las ramas del poder, pues la tal consulta es un chantaje a los fallos de la Corte Constitucional y a la independencia del voto parlamentario. 2) Yo aprendí en la facultad de Derecho que el Congreso, elegido popularmente, es el representante del pueblo. ¿Cómo así que ahora Petro buscará a “su” pueblo para que aplaste la decisión de los representantes del pueblo? 3) El tal pacto político en que trabaja Benedetti no es sino dar puestos a los partidos por su apoyo al Gobierno. Cuando Petro dice que ese pacto se rompió, significa que como los voceros de los partidos en el Congreso –salvo dignas excepciones– no obedecieron la orden del Presidente de votar sus reformas, es muy probable que no se sigan repartiendo puestos a los traidores de los partidos.
Y tampoco es seguro que el Congreso, más concretamente el Senado, apruebe las preguntas de la consulta que obligatoriamente le deberá presentar el Gobierno. Se requieren 53 votos afirmativos de los 108 senadores. También puede que a algunos les remuerda la conciencia de que esta consulta les valdrá a los colombianos más de 500.000 millones de pesos, sin contar con el costo del paseo de los indígenas a Bogotá, el pago de conciertos, viandas… Y eso, soñando con que no se produzcan daños locativos, pues la instrucción de Petro es salir “no solo a marchar”.
¿Cómo así que ahora Petro buscará a “su” pueblo para que aplaste la decisión de los representantes del pueblo?
Pero ¿por qué digo que si hace su consulta resultará un gana-gana para Petro? El argumento principal es que las preguntas que deberán responderse con un Sí son muy sencillas de redactar, entender y muy atractivas. En cambio, la razón de por qué se deben responder con un No requiere respuestas macroeconómicas que para la gran mayoría serán difíciles de digerir.
Ejemplos. Si lo que irá a consulta será la reforma laboral, quién contestaría No a preguntas como: ¿Quiere usted que le paguen el doble de su salario domingos y días festivos? ¿Quiere usted que le reduzcan su jornada laboral? ¿Quiere que le refuercen su estabilidad laboral, haciendo casi imposible que lo despidan así sea por justa causa? ¿Está de acuerdo con que las “mujeres menstruantes” (me ofende el término) tengan sus días de descanso? Pues Sí a todo. ¿Y por qué habría que responder No? Porque todo eso encarece el empleo formal, amenaza con aumentar los costos de producción y, por ende, subir la inflación, quebrar a pequeñas empresas y engordar el grupo de informales que ganan mal, no cotizan a salud ni a pensión y contribuyen escuálidamente al crecimiento económico.
Y si también se va a meter a la consulta la reforma de la salud sucede lo mismo. Quién no respondería Sí a preguntas como: ¿Quiere que la salud en Colombia mejore? ¿Quiere que el cubrimiento de salud se refuerce en territorios remotos del país? ¿Apoya usted el mejoramiento de las condiciones para el personal de la salud? ¿Quiere usted que los medicamentos se le distribuyan de manera oportuna y suficiente? Yo misma le pongo un Sí a todo lo anterior. El problema es que todo esto forma parte del diagnóstico de lo que hay que mejorar, pero la reforma de la salud no trae la solución. Es un espejismo que en manos del Estado y pagadas las IPS directamente por la Adres (en un gobierno que ni siquiera pudo poner unos carrotanques en La Guajira porque los encargados y sus compinches se robaron todo lo que pudieron), de un día para el otro se convierta en ese ente maravilloso, anticorrupto y eficiente que requeriría la estatización de la salud en Colombia.
Hay más de 500.000 millones para que Gustavo Petro inicie la campaña política con la que pretende imponer al próximo presidente (dicen que la favorita de su lista es la exministra Carolina Corcho), pero no los hay para subir, según lo ordenó la Corte, las tarifas que el Estado paga por paciente, o sea, las UPC. El ministro de Salud se burla impunemente de ese fallo.
Por último, supongamos dos escenarios. Que Petro logra alrededor de los 13’300.000 votos que necesita para que la consulta sea válida y que la mitad más uno dé su Sí. Pues saldrá con campaña presidencial horneada. Pero supongamos, cosa no improbable, que la pierde. También gana. Su lema de campaña está hecho. Yo quería transformar el país, mejorar la salud y las condiciones de los trabajadores, pero la oligarquía, las mafias y la corrupción no me dejaron…
MARÍA ISABEL RUEDA