El presidente colombiano, Gustavo Petro, ha generado una fuerte controversia tras elogiar a Claudia Sheinbaum, presidenta electa de México, y revelar su apoyo al grupo insurgente M-19 durante los tiempos de clandestinidad. Este grupo, conocido por sus acciones violentas en Colombia, recibió asistencia de Sheinbaum y su familia, según Petro.
Críticos de derecha han cuestionado la idoneidad de celebrar a figuras asociadas con movimientos guerrilleros. Señalan que tales respaldos pueden socavar la confianza en los líderes democráticos y enviar un mensaje peligroso sobre la legitimación de métodos violentos para alcanzar fines políticos.
La revelación de Petro ha sido vista como problemática por algunos sectores que consideran inapropiado ensalzar a individuos que apoyaron movimientos insurgentes. Argumentan que este tipo de conexiones pueden dañar la percepción pública y la estabilidad política, tanto en Colombia como en la región.
Petro, sin embargo, defendió a Sheinbaum, afirmando que su apoyo al M-19 refleja un compromiso con las causas justas y la justicia social. En su declaración, Petro enfatizó la importancia de Sheinbaum en la lucha por los derechos humanos y su capacidad para liderar con integridad.
El respaldo de Sheinbaum al M-19, un grupo guerrillero que se desmovilizó y se convirtió en un movimiento político, resalta las complejas interconexiones de las luchas políticas en América Latina y la influencia de las figuras históricas en la política contemporánea.
La controversia subraya las divisiones ideológicas profundas en la región y la dificultad de reconciliar pasados insurgentes con roles políticos actuales. Críticos advierten que glorificar el apoyo a movimientos armados puede enviar un mensaje erróneo sobre la legitimidad del uso de la violencia en la política.
