En exclusiva, SEMANA revela los detalles ocultos del trágico accidente aéreo ocurrido en Antioquia, donde cuatro militares perdieron la vida. La operación, que tenía como objetivo combatir al Clan del Golfo, se convirtió en una compleja y dolorosa misión marcada por una cadena de infortunios.
Una operación de alto riesgo
La misión, lanzada en la madrugada, implicaba el despliegue de un grupo de élite de ocho comandos tácticos especializados en reconocimiento. Estos militares, pertenecientes a una de las unidades más capacitadas del Ejército, tenían la tarea de realizar un reconocimiento en la zona tras el primer bombardeo autorizado por el presidente Gustavo Petro contra el Clan del Golfo.
El helicóptero, pilotado por un coronel experimentado, llegó al área de operaciones cerca de las 3 a. m. Sin embargo, la visibilidad era prácticamente nula debido a la bruma generada por los rezagos del bombardeo. Esto dificultó que la aeronave alcanzara el punto exacto de las coordenadas, quedándose a unos 100 metros de distancia.
Un descenso marcado por el peligro
El descenso de los comandos se llevó a cabo utilizando el sistema de rapel desde ambas puertas del helicóptero. Sin embargo, los problemas comenzaron cuando uno de los militares quedó atrapado en los árboles, que alcanzaban hasta 40 metros de altura. En un intento desesperado por liberarse, tomó la decisión de cortar la cuerda y asegurarse a un árbol, evitando una caída mortal.
Pese a esta complicación, los demás comandos continuaron descendiendo. La falta de visibilidad, el ruido del helicóptero y la ausencia de comunicación efectiva impidieron que el maestro de soga detectara la emergencia. La cuerda cortada, ahora con apenas 30 metros de extensión, causó que varios comandos descendieran en caída libre.
El saldo mortal y el heroísmo en tierra
Cuatro militares perdieron la vida tras impactar contra el suelo, mientras que otros resultaron heridos de gravedad. Entre los fallecidos se encuentran el capitán Hugo Rafael Moncada Gómez, el sargento segundo Daniel Masías Buitrago y los soldados profesionales Jhon Stiven Mamiam Galíndez y Mauricio Ipia Barrera.
A pesar de las heridas sufridas, un cabo y un soldado lograron repeler un ataque inminente del Clan del Golfo. Estos sobrevivientes entraron en combate con los delincuentes y abatieron a cuatro integrantes de la organización criminal, evitando que la tragedia fuera aún mayor.
Una misión que dejó muchas preguntas
La operación, que debía durar entre 12 y 15 minutos, se extendió por casi media hora debido a las complicaciones, alertando así a los sobrevivientes del bombardeo sobre la presencia militar. Según fuentes consultadas por SEMANA, los detalles de esta tragedia son objeto de análisis por parte del Comando General de las Fuerzas Militares y el comandante del Ejército, general Emilio Cardozo.
Este accidente, que revela las complejidades y riesgos extremos de las operaciones de alto impacto, deja al descubierto la valentía de los soldados y las difíciles condiciones en las que enfrentan a las organizaciones criminales que amenazan la seguridad del país.