La compañía ha solicitado protección bajo el capítulo 11 de la ley de quiebras, un proceso al que muchas empresas recurren en momentos de crisis financiera. Esta medida les permite reestructurarse y renegociar sus deudas, buscando una solución viable para continuar operando.
La quiebra, aunque indeseable, se ha vuelto una realidad para numerosas empresas en el contexto económico actual, marcado por altas tasas de interés e inflación. Las dificultades financieras suelen ser resultado de una gestión ineficaz y un elevado nivel de endeudamiento, lo que lleva a muchas firmas a presentar una situación de patrimonio negativo, donde los pasivos superan a los activos.
En el caso reciente de Pure Prairie Poultry, la empresa dedicada a la producción de pollo fresco, su cierre el 2 de octubre dejó sin empleo a todos sus trabajadores tras la desestimación de su caso de quiebra por un juez. La compañía había solicitado previamente una reestructuración para evitar la liquidación, pero las objeciones de su acreedor, Community Bank and Trust, complicaron su situación.
Este fenómeno no es aislado; muchas marcas minoristas han enfrentado severas dificultades tras la pandemia, afectando gravemente al sector alimenticio. La compañía afectada en esta ocasión reporta activos que oscilan entre 50 y 100 millones de dólares, pero sus deudas alcanzan entre 100 y 500 millones.
Luis Zarruk, economista y autor del libro «El pez muere por su boca, las empresas por su caja», resalta la importancia de una adecuada gestión de la liquidez. Señala que muchos empresarios priorizan las utilidades contables sobre la realidad del flujo de caja, lo que puede llevar a decisiones financieras insostenibles.
A medida que las empresas luchan por mantenerse a flote, la reestructuración y la búsqueda de financiamiento se convierten en estrategias cruciales para su supervivencia en un mercado cada vez más desafiante.