El rugido de la tierra del pasado lunes fue devastador. Fueron dos estrujonasos de 7.7 grados en la escala de Richter. Los muertos sobrepasan los 14 mil. Y van e aumento. Cientos siguen bajo las ruinas. Miles están mal heridos en carpas, coliseos y estadios. No hay agua, luz, viviendas, medicinas. Nada.
Claro: los organismos de socorro han rescatado de entre los escombros a más de 10 mil personas. Diez provincias del sureste de Turquia fueron seriamente las más dañadas por el terremoto. El Presidente Erdogan, en el poder desde 2014, de mano dura y firme contra la delincuencia, y los grupos terroristas, ha declarado tres meses de estado de emergencia nacional.
Al tiempo en Siria, donde gobierna el tirano Bachar Al Asad, y donde la martirizada población aguanta hace diez años una horrorosa guerra civil, se han recibido apoyos de comida, medicinas y tiendas de refugio de países como Iran, Irak y Rusia.