La ahora exministra de Relaciones Exteriores, Laura Sarabia, presentó su renuncia en medio de una creciente crisis interna, desautorizaciones públicas y pérdida de respaldo por parte del presidente Gustavo Petro, quien hasta hace poco la consideraba su mano derecha.
“En los últimos días se han tomado decisiones que no comparto y que, por coherencia personal y respeto institucional, no puedo acompañar”, señaló Sarabia en la carta de renuncia que dirigió al mandatario y publicó en su cuenta de X.
Su salida no sorprende. Desde que asumió la Cancillería a comienzos de este año, Sarabia acumuló polémicas, escándalos y silencios incómodos. Su gestión estuvo marcada por la opacidad, el secretismo y una cadena de errores que la convirtieron, para muchos analistas, en la peor canciller en la historia reciente de Colombia.
La gota que rebosó la copa habría sido la más reciente orden enviada a través del obediente Alfredo Saade, quien irrumpió en funciones diplomáticas con directrices en temas tan sensibles como los pasaportes, una señal clara de que Sarabia ya no tenía control real en la Cancillería.
Tras meses de ser protegida por el jefe de Estado, finalmente Petro le retiró el respaldo, dejándola expuesta. Ahora, crecen las expectativas sobre lo que Sarabia pueda revelar. Se habla de archivos, fotos, videos y secretos que podrían convertirse en su “seguro de vida”.
El país espera que hable. Porque si algo sobra en su historia política reciente, son verdades a medias.
