Diana Saray Giraldo
Sería bueno que la valiente Francia Márquez y el dolido excanciller Leyva cuenten lo que saben.
El televisado consejo de ministros del presidente Gustavo Petro marcó un camino de no retorno dentro del Gobierno. En ese improvisado en vivo quedó echada la suerte de todo el gabinete.
En el centro de la discusión siempre estuvo el hoy ministro del Interior, Armando Benedetti, que pasó de ser un paria llevado al exilio de una embajada sin renombre a convertirse en el hombre más poderoso del Gobierno. En ese consejo de ministros quedó claro que el presidente no solo quiere a Benedetti como su mano derecha, sino que está dispuesto a defenderlo por encima de todos. No le importó a Petro que funcionarios como la vicepresidenta Francia Márquez, el exministro de Cultura Juan David Correa y el fugaz director del Dapre Jorge Rojas se fueran de sus cargos por considerar que la llegada de Benedetti era incompatible con las promesas del Gobierno. El presidente prefirió tener a su lado al político más cuestionado de todo su Gobierno que a fieles funcionarios que lo acompañaron desde el inicio de su proyecto. ¿Por qué?
Benedetti encarna todo lo que está mal en la política: es un camaleón que durante décadas se ha acomodado al lado de quien gobierne. Se alinea al poder por el poder mismo, sin que importe la visión política o la tendencia ideológica. Llegó al Concejo de Bogotá de la mano de Germán Vargas Lleras y el Partido Liberal. Saltó a la Cámara de Representantes impulsado por Horacio Serpa y ya con Álvaro Uribe en el poder, abandonó a los liberales para convertirse en miembro del Partido de la U y defensor acérrimo de Uribe. Llegó al Senado bajo el eslogan “100 % con Uribe”. Desde el Congreso apoyó la candidatura de Juan Manuel Santos a la presidencia y cuando Santos se alejó de Uribe, saltó al bando del presidente Santos. En 2018, apoyó a Vargas Lleras a la presidencia, pero ganó Iván Duque. Decidió ser oposición al Gobierno y así terminó aterrizando en la campaña Petro Presidente; un mandatario que ha declarado enemigos a todos los que le permitieron a Benedetti estar por más de 20 años en el Congreso.
El nuevo ministro del Interior es investigado por la Corte Suprema por sus actuaciones de cuando fue senador. Se le señala de impulsar un proyecto de ley que terminó beneficiando a una empresa de Euclides Torres en el sector de seguridad. Se le investiga por un presunto enriquecimiento ilícito, al igual que por algunos giros al exterior de personas vinculadas a su UTL (UTL donde inició su vida política Laura Sarabia). También tiene una investigación por posible compra de votos en La Guajira y por supuestas exigencias de dinero para que la Fiduprevisora pagara derechos pensionales en Córdoba. Pero que quede claro que no tiene ninguna condena en contra.
Precisamente es a Euclides Torres a quien se señala de ser el financiador oculto de la campaña Petro Presidente. Tan cercano es Benedetti a Euclides, que su hijo Efraín Torres fue la fórmula a la Cámara de Representantes, y en la costa todos reconocen a Benedetti como el articulador entre el clan Torres y la campaña. ¿Es por eso que Petro lo quiere a su lado? De las acusaciones de violencia de género mejor ni hablar.
Nada de esto importó. Hoy Armando Benedetti es el encargado de liderar el prometido “cambio” del que él representa todo lo contrario.
¿Qué es lo que tanto sabe, mueve o tiene Benedetti para que Petro se la juegue por él?
El excanciller Álvaro Leyva se refirió a Benedetti como “un drogadicto”. Desde que se anunció su regreso al Gobierno, Leyva ha enviado mensajes cifrados en su cuenta de X. El último dice: “Degradación es lo que claramente se percibe. Responsabilidad de quién… ¿Del actual jefe del Estado?… en ocasiones se debe recurrir a una ‘prudente ocultación de la verdad’… esto naturalmente, salvo que el bien común o la justicia estén en juego. O la paz de la nación. Al traste entonces con aquello de la ‘prudente ocultación de la verdad’… ¿Significa lo anterior que, tratándose del momento que se vive en Colombia, llegó la hora de dejar de lado los falsos mutismos? Así lo creo. ¿Será que la verdad nos hará libres? ¿Llegó el momento del no ocultamiento? ¿Puede ser lo anterior el anticipo de algo más de fondo para lo cual los colombianos necesariamente nos debemos preparar?”.
¿Cuál es esa verdad que ya no debe ocultarse? ¿Qué viene?
Pero no es solo el excanciller el de los mensajes cifrados. Francia Márquez, a quien sacaron después de que rechazara la llegada de Benedetti, escribió: “… la lealtad no es callar, la lealtad es advertir cuando el rumbo se desvía del camino… Hoy mi vida corre peligro. Denunciar la corrupción y señalar lo que está mal tiene consecuencias. No me han atacado con argumentos, sino con amenazas contra mi vida y la de mi familia. Aun así, no me callarán, no me rendiré… cuando el Gobierno cede ante el chantaje de quienes susurran en la sombra, es el país entero el que termina pagando el precio”. ¿Quién amenaza a Francia? ¿Quién está chantajeando al Gobierno?
La semana siguiente a que estallara el escándalo por la pérdida de una maleta por la que Laura Sarabia sometió a su niñera Marelbys al polígrafo, la niñera viajó a Caracas a encontrarse con Benedetti. Era tan importante este viaje para el hoy ministro, que le envío a la niñera un avión privado. ¿A qué fue Marelbys? ¿Qué había en la maleta? ¿Tiene algo que ver el contenido de esa maleta con el regreso de Benedetti?
Sería bueno que la valiente Francia Márquez y el dolido excanciller Leyva cuenten lo que saben.
Diana Saray Giraldo