MARÍA RUEDA
¿Qué gana Petro obstaculizando a Galán? Teoría: destruir su posibilidad como candidato presidencial.
Increíblemente, Petro alcalde fue quien paró, por razones ambientales, la construcción de la fase II de la represa de Chingaza. Ahora Petro presidente respalda un proyecto de resolución para el ordenamiento del urbanismo de Bogotá y de 39 municipios de la Sabana, entre otras razones, para que haya agua suficiente. Todo eso a un costo enorme en vivienda, en abastecimiento de agua, de energía y de movilidad.
Tanto el alcalde Carlos Galán como el gobernador de Cundinamarca, Jorge Rey, han protestado por la injerencia indebida del Gobierno en la ciudad y el departamento, vulnerando su autonomía territorial y sus POT.
Echemos memoria. Casi desde el primer día Petro intentó sabotear el metro, exigiendo cambios en su trazado que ya no eran factibles. Su enemistad contra el metro de Bogotá nació de que lo quería subterráneo; pero por muchas razones se resolvió que su primer tramo fuera elevado, lo cual será mucho más agradable y, desde luego, muchísimo más seguro para los usuarios que meterse al túnel de una estación de metro a las diez de la noche. Sostiene que tiene estudios que indican que el metro elevado no resolverá la movilidad y que el subterráneo sí. Falso. Ambos lo hacen, con la diferencia de que el primero habría costado muchísimo más. Hasta ahora no ha suspendido las cuotas del 70 por ciento de su financiación que corresponde a la Nación; pero capaz es. Y sería gravísimo que comenzara a incumplirse el pago a la banca multilateral, que incluye al BID y al Banco Mundial. Menos ahora, que Fitch Ratings nos bajó la perspectiva económica de estable a negativa.
Concretamente, el alcalde Galán ha protestado con argumentos en los que muchos le dan la razón. Uno de ellos es que sería ilegal, porque se saltó la exigencia del Acuerdo de Escazú de que las decisiones ambientales se tomen de manera coordinada y aquí nos las van a imponer.
A los ambientalistas ayatólicos se les está olvidando proteger a un animalito: el ser humano. Que necesita vivienda, agua, luz, movilidad. Hoy ese animalito está restringido en todos esos derechos por la posición destructiva de este gobierno. Y resulta que doña Susana Muhamad es una de esos ayatolás del medioambiente. Poco le importaron las consecuencias de su criatura. Ella está feliz con la pelea que se armó con el alcalde y el gobernador Rey, porque hoy la conocen más que hace 15 días, cuando soltó la lágrima por la presencia de Benedetti; ese protagonismo no le sobra, de resultar cierta su aspiración a la alcaldía de Bogotá cabalgando sobre el medioambiente.
En lo que a la ciudad concierne, mucho de lo cual ella niega, el alcalde alega que resultarán perjudicadas más de 172.000 familias, 30.000 unidades de vivienda nuevas y 124.000 viviendas en proyecto, que en el documento de marras quedaron ubicadas en sectores clasificados como humedales, bajo un futuro incierto. Incluso le amputarán hectáreas al importantísimo proyecto de Lagos de Torca, diseñado por el entonces alcalde Peñalosa para construir 134.000 viviendas y donde los propios constructores y no el Distrito se encargarán de toda la infraestructura; pero, obviamente, si ahora los costos no dan por el recorte del terreno… Todo lo anterior queda en un limbo, ante la ambigüedad de la resolución.
A los ambientalistas ayatólicos se les está olvidando proteger a un animalito: el ser humano. Que necesita vivienda, agua, luz, movilidad. Hoy ese animalito está restringido en todos esos derechos por la posición destructiva de este gobierno
Bogotá toda se construyó sobre un humedal y por eso la ciudad arrancó prácticamente en La Candelaria, pero para la Muhamad cualquier charco es humedal.
Gravísimo que otra consecuencia sea que la exministra y su presidente dejarían a Bogotá igual o más encajonada de lo que está hoy. Se afectarán principalmente, y no sobra volver a repetirlo, varios patio-talleres del metro, toda la ALO que Petro alcalde saboteó, el intercambiador de la calle 80, la prolongación de la 63, la avenida Suba-Cota, el cable de La Calera, el Regiotram de Occidente, la troncal de la calle 13, la ampliación de la 7.ª, de la autopista Norte, de El Dorado, la construcción de la Ptar Canoas y de la Ptar Salitre, por ende incumpliendo el fallo para la recuperación del río Bogotá. ¿Habrá algo más ecológicamente necesario?
Y ni hablar de los riesgos energéticos. Según el alcalde, las nuevas áreas de “especial importancia” se cruzan con las rutas de la infraestructura para el transporte de energía, que nos evitarían en uno o dos años un racionamiento energético.
En cuanto a la Sabana, Petro dice que la quieren pavimentar los alcaldes que buscan favorecer a las empresas constructoras. El único alcalde que yo recuerde con familia constructora fue él, que incluso defendió un proyecto de un cuñado suyo sobre un humedal en La Conejera.
La pregunta es: ¿qué gana Petro obstaculizando así a Carlos Galán? Se me ocurre una teoría: destruir su posibilidad como candidato presidencial en 2030…
¡Y pensar que los bogotanos votaron por Petro!
MARÍA ISABEL RUEDA