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Orate: persona desbaratada, sin asiento ni juicio

El Gobierno está encabezado no por alguien sin experiencia gubernamental, sino por un perturbado sin asiento ni juicio.

Alberto Donadio

No es necesario explicar de quién es la frase: “He impartido instrucciones que, por encima de las diferencias políticas, los ejércitos de América Latina se coordinen con prioridad”. El país sabe quién es el orate que así habla y de ese modo da órdenes –que no se obedecen– a los ejércitos latinoamericanos.

“Mi orden dada es articular las inteligencias para la lucha contra el narcotráfico con EE. UU., Europa, América Latina y el Caribe, con China, con el mundo árabe y con el mundo entero”, señala el orate, y no es necesario identificarlo. Colombia sabe que por fuera de los manicomios solo hay una persona desbaratada que habla así.

Los periodistas adictos a este Gobierno pretendían excusar sus fracasos porque como la izquierda nunca había gobernado, entonces no tenía experiencia. Pues esos comentaristas no reconocen que el Gobierno está encabezado no por alguien sin experiencia gubernamental, sino por un perturbado sin asiento ni juicio.

“Es falsa la noticia de la prensa (colombiana) de hoy, de que quieren unir el Ejército venezolano con el colombiano; eso no es cierto”, según el mismo orate. “Las palabras reales de Nicolás Maduro son que coordinemos acciones contra el narcotráfico. Es muy diferente”.

¿Nicolás Maduro, que tolera el narcotráfico y se lucra del mismo, va a mover un dedo contra la cocaína? Solo lo puede afirmar un lunático. Según las Naciones Unidas, la producción de cocaína en Colombia en 2023 fue de 2.600 toneladas. El año pasado fue de 3.700 toneladas. Un aumento de esta magnitud ocurrió en el Gobierno del orate, por acción u omisión del orate. Por eso ahora lanzan la mentira de que Maduro va a enfrentarse al narcotráfico. Nadie se lo cree.

En 2004, afirmaba el representante a la Cámara, hoy excelentísimo desquiciado: “Cuando algún día nosotros seamos Gobierno si el pueblo colombiano lo permite, lo quiere, pues nuestra estrategia antinarcóticos consistirá en que en lugar de hacer sustitución de cultivos hay que hacer es sustitución de tierras, y a la mafia hay que atacarla es con la más alta inteligencia policial”. El descabezado no ha utilizado ni la más alta ni la más baja inteligencia policial para combatir a los narcos. Todas son palabras para engatusar.

El último embuste tiene que ver con el exnúmero dos de la Casa de Nariño, Carlos Ramón González, hoy refugiado en Nicaragua para huir de la Justicia. Dice el orate: “El Gobierno colombiano no ha solicitado a ningún país, algún tipo de privilegio para Carlos Ramón González”. Pero existe la carta que desmiente al perturbado: “La Embajada de Colombia saluda muy atentamente al Honorable Ministerio de Relaciones Exteriores de la República de Nicaragua, con ocasión de solicitar la renovación de residencia, conforme a lo dialogado en pasadas reuniones en relación con el estatus de residente del señor Carlos Ramón González, el cual se encuentra en Nicaragua desde el pasado 5 de noviembre del año 2024 y que, desde esa fecha, no ha salido del país”.

Quien no es orate es el mayor (r) de la Policía, William Castellanos, que habló con periodistas de El Colombiano. “Señor, por favor, no tome que tenemos evento mañana”, le decía el oficial en la campaña al hoy primer desquiciado. Y el señor le contestaba: “Me tomo otra cerveza”. 

Continúa el relato del mayor (r): “Yo era el que lo protegía para que no se enrumbara. Tuve un disgusto porque terminamos un evento multitudinario en La Boquilla y empezaron a repartir trago, y yo me opuse. Me dijeron que por qué me metía, yo me retiré de la habitación del hotel donde estaba el señor con los amigos y la gente, ahí estaban Nicolás y Day, y al otro día, a las cinco de la mañana, me dijo Nicolás: ‘William, para el evento que nos vamos a ir, mi papá está ahí desordenado’, y le digo: ‘Pues no hay evento y no hay nada más que hacer’, y nos dimos cuenta de que efectivamente había dos personas extrañas, dos damas”.

Asegura El Colombiano: “Este diario supo por otras fuentes que se trataba de mujeres que, al parecer, ejercían la prostitución. Según el relato, las habría llevado el entonces jefe de campaña y hoy ministro del Interior, Armando Benedetti, coincidiendo con la versión de Castellanos. Una de esas fuentes dice bajo reserva que Petro estaba tomando whisky y cerveza porque ‘Armando se lo dio. Y él fue el que metió a las viejas’”.

Un dipsómano y casquivano nocturno fue el embaucador que de día, cuando no estaba desordenado, salió a pedir el voto de 11 millones de personas en el mayor fraude electoral de la historia.

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