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MENTES SANAS Y MENTES ENFERMAS

La historia narra que Gonzalo Jiménez de Quesada, fundador de Santafé de Bogotá, emergió como uno de los conquistadores que perpetró las mayores atrocidades contra los indígenas americanos.
 
En medio de este trasfondo histórico, surge la figura de Carlos Climent, quien describe a individuos que ha primera vista, parecen mentalmente equilibrados: viven con sus familias, estudian en buenos colegios, duermen perfectamente, y sin embargo, su comportamiento delata una oscura realidad: cometen ilícitos propios de una mente enferma, a los que Climent denomina “locos lucidos” -narcisos y antisociales-
 
Pero, ¿quién puede ser considerado realmente sano o enfermo mentalmente? Esta pregunta despierta un profundo debate, especialmente cuando vemos cómo diferentes sectores públicos de países confrontados, etiquetan de trastornado mental al líder del otro país y viceversa, basándose en criterios subjetivos y en la influencia del poder dominante.
 
Mi maestro en psicoanálisis solía decir: “los humanos se dividen en dos: los neuróticos y los psicóticos”. Si Usted está alucinando o delirando es un psicótico; pero si solo tiene problemas emocionales y del comportamiento que generan malestar, ya sea para los demás o para sí mismo, entonces es un neurótico.
 
Si planteamos que el enfermo mental es alguien que ataca por detrás, inventa calumnias, abusa del poder, miente constantemente, es egoísta y muestra una careta de bondad, entonces la mayoría de enfermos mentales andan sueltos por la calle, gobernando, dirigiendo empresas, universidades, hogares, centros religiosos, etc.
 
A estos últimos yo los llamaré neuróticos antiéticos, quienes, guiados por un narcisismo desbordante y una falta de empatía alarmante, buscan satisfacer sus necesidades a expensas de los demás, sin sentir el menor remordimiento, desplazando, confiscando o maltratando a otros, sin importar si es su amigo, hermano o vecino. Además de no acudir al psiquiatra, se autoproclaman transparentes como el agua de manantial.
 
Por otro lado, los neuróticos éticos no toleran los ilícitos, la doble moral ni la picardía. Rechazan los sobornos y entran en crisis existencial cuando los obligan a firmar documentos extraños bajo amenaza de despido, o cuando les exigen trabajar en exceso hasta que su cuerpo y alma se resienten. Estudian sin hacer trampa, y en lugar de robar, esperan pacientemente su salario.  Esta inmensa tolerancia es un logro humano que los distingue de los animales y los neuróticos antiéticos. Cuando reprimen y aplazan mucho sus necesidades, tienden a somatizar, a angustiarse, a desarrollar insomnio, migraña, gastritis, colon irritable, fibromialgia, depresión e incluso locura. Debido a estos síntomas son los que más acuden la psiquiatra. Es más, se culpabilizan si cometen un error buscando autocastigos injustos.
 
Pero la realidad es implacable: los hombres y mujeres verdaderamente éticos a menudo son sacrificados en el altar de la ambición y la vileza de los neuróticos antiéticos.
 
Si retrocediéramos en el túnel del tiempo, veríamos a Vincent Van Gogh siendo acusado de enfermo mental por pintar de forma peculiar y relacionarse con mujeres consideradas inapropiadas para los supuestos sanos. Luego, observaríamos a Franz Kafka denunciando a los doctos del sistema judicial por llevar al cadalso a la gente inocente. Unos metros más y nos toparíamos con Martin Luther King, asesinado por su sueño de unir a las razas  blanca y negra, similar al asesinato de Cristo por declarar que el reino de Dios no solo era para los judíos sino también de los gentiles. Otros pasos y miraríamos a Gandhi muerto por una bala por instar a su pueblo a no levantar armas contra los viles opresores ingleses. En este túnel histórico aparecen Gaitán, Bolívar, Galán, y todos los defensores de los desvalidos y oprimidos. Un homenaje a los Colombianos que han dado su vida por los humildes.
 
Alissa Zinovievna, escritora y filosofa escribió: “Cuando adviertas que para producir necesitas obtener autorización de quienes no producen nada…; cuando percibas que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por su trabajo…; cuando descubras que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en autosacrificio, entonces podrás afirmar, sin temor a equivocarte, que tu sociedad está condenada”
 
Dr. Lucio David González
Psiquiatra. Master Psicoanálisis.

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