El departamento del Cauca atraviesa una de las peores crisis de violencia en su historia reciente, con 3.203 homicidios registrados entre 2022 y agosto de 2024. Según las autoridades, este alarmante panorama tiene como principales responsables a las disidencias de las Farc, cuyos enfrentamientos y disputas territoriales han dejado a la población atrapada en medio del conflicto.
Un territorio bajo asedio
El Cauca es hoy un campo de batalla. Las disidencias se enfrentan por el control de rutas estratégicas de narcotráfico, minería ilegal y otros negocios ilícitos. Estos grupos, liderados por alias Iván Mordisco, mantienen una presencia significativa en la región, operando con estructuras como el frente Carlos Patiño, activo en el cañón del Micay, Argelia y El Plateado, así como los frentes Dagoberto Ramos y Jaime Martínez en el norte del departamento.
La crueldad de estos actores ilegales no solo afecta a los civiles, sino también a la fuerza pública, que ha sufrido bajas significativas en enfrentamientos con los disidentes. Además, líderes sociales y comunidades enteras viven bajo la amenaza constante de emboscadas, extorsiones y asesinatos selectivos.
Las cifras que estremecen
De acuerdo con la Fiscalía General de la Nación, en 2022 se registraron 1.146 homicidios, cifra que aumentó a 1.169 en 2023. En los primeros ocho meses de 2024 ya sumaban 888 asesinatos. Municipios como Popayán (523 homicidios), Santander de Quilichao (460) y Puerto Tejada (174) encabezan la lista de los más violentos, aunque otros como Patía, El Tambo, Argelia y Corinto también figuran entre los más golpeados por esta tragedia.
Fosas comunes: el oscuro legado del conflicto
El descubrimiento de fosas comunes en zonas controladas por las disidencias revela una dimensión aún más sombría del conflicto. Según testimonios y fuentes militares, estas fosas, ocultas en territorios remotos, contienen cuerpos de víctimas que no siempre son reportadas oficialmente. En la vereda Bolivia, por ejemplo, se hallaron al menos 40 cadáveres de presuntos combatientes.
Habitantes de comunidades como El Plateado narran que los familiares de las víctimas son obligados a sepultar los cuerpos en condiciones precarias, mientras que muchos asesinatos quedan en el anonimato, sin identificación ni registro. “Entre los muertos hay menores de edad y adultos. Es una tragedia que no termina”, asegura un residente.
Una región que clama por paz
La población caucana enfrenta no solo la violencia directa, sino también un estado de miedo perpetuo. En algunas zonas se exige portar carnés de circulación para evitar represalias, una prueba de la falta de control estatal en el territorio. Mientras tanto, las autoridades anuncian operativos para enfrentar a las disidencias, aunque los resultados aún son insuficientes para devolver la tranquilidad a este departamento.
El Cauca sigue siendo un símbolo del conflicto armado en Colombia, con miles de víctimas que merecen justicia y un territorio que clama por soluciones integrales. Sin embargo, la sombra de las disidencias y la impunidad que las rodea dificultan la recuperación de la paz.