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Mano dura a inmigrantes ilegales: Trump los llama «basura» y «escoria». Promete «exterminarlos»

Donald Trump ha intensificado su retórica contra los inmigrantes ilegales en un reciente discurso, utilizando términos despectivos como «basura» y «escoria» para referirse a ellos y prometiendo una política aún más drástica en su campaña presidencial. Las declaraciones del expresidente han encendido un debate candente sobre su enfoque hacia la inmigración y han atraído la atención tanto de partidarios como de críticos.

En su última intervención, Trump ha delineado una agenda agresiva para abordar la inmigración ilegal, destacando su compromiso de implementar medidas extremas si es reelegido. Entre las propuestas más controvertidas, Trump ha prometido una deportación masiva y un endurecimiento significativo de las políticas fronterizas. Su retórica, que califica a los inmigrantes ilegales de manera despectiva, ha sido ampliamente criticada por defensores de los derechos humanos y líderes políticos que advierten sobre el peligro de la deshumanización y la polarización que generan estos comentarios.

Trump ha argumentado que su enfoque es necesario para proteger la seguridad y la estabilidad de Estados Unidos, citando preocupaciones sobre la criminalidad y el impacto económico de la inmigración ilegal. Sin embargo, sus comentarios han sido condenados por aquellos que consideran que sus propuestas son extremas y que promueven una visión divisiva de la sociedad.

La campaña de Trump ha utilizado esta retórica para consolidar el apoyo entre sus bases más leales, presentando su propuesta como una solución firme y decidida a lo que él considera una crisis migratoria. Los críticos, por su parte, argumentan que estas políticas no solo son ineficaces, sino que también agravan las tensiones sociales y dañan el tejido social del país.

La discusión sobre la inmigración ha vuelto a ser un tema central en la política estadounidense, con el enfoque de Trump subrayando las profundas divisiones sobre cómo abordar este complejo y controvertido tema. Las propuestas del expresidente están generando un debate acalorado sobre los límites de la política de inmigración y la forma en que se debe tratar a los migrantes en Estados Unidos.

La euforia que produjo la expectativa del discurso de Donald Trump era abrumadora. Horas antes de aceptar su candidatura ante la abarrotada convención republicana, miles de sus simpatizantes habían llegado usando la misma venda en la oreja que el magnate ha tenido que portar tras el atentado en su contra el pasado sábado en Pensilvania.

La forma como Trump se salvó de morir en una tarima fue tan extraordinaria y milagrosa que millones, incluido él mismo, lo atribuyen a una intervención divina. Los videos muestran cómo la bala le rozó la oreja, dejándolo casi ileso, cuando apenas unos milímetros de desvío en el recorrido lo habrían podido matar. Como era de esperarse, el atentado eclipsó todo el contenido de la emocionante carrera presidencial.

“Estoy ante ustedes en este escenario solo por la gracia de Dios todopoderoso… Había sangre corriendo por todas partes y, sin embargo, en cierto modo me sentía muy seguro porque tenía a Dios de mi lado”, dijo emocionado. Ya antes había asegurado que sentía que seguir con vida era providencial.

A un periodista del New York Post le dijo el domingo: “No debería estar aquí, podría estar muerto”. En medio de enormes ovaciones, el candidato besó el casco de una de las víctimas del atentado, el bombero Corey Comperatore. El uniforme de este héroe estuvo colgado visible en el escenario. Trump llegó a la convención como un guerrero. De hecho, quien tuvo la misión de presentarlo fue nada menos que Dana White, director ejecutivo de la feroz organización de artes marciales UFC.

El expresidente fue la estrella durante toda la semana de este importante evento político. El jueves en la noche hizo uno de los discursos más largos de la historia de esas reuniones: más de una hora y media. Habló de todo y dejó ver que si vuelve a la Casa Blanca las cosas serán a otro precio. Anticipó que Estados Unidos, en una presidencia del magnate, entrará a pisar duro en las guerras que tienen al mundo en jaque. Pero desestimó la complejidad de esos conflictos, que tienen siglos de historias detrás y diferencias religiosas y culturales irreconciliables, al asegurar que él podría resolverlas “con una llamada telefónica”.

“Bajo nuestro liderazgo, Estados Unidos será respetado nuevamente. Ninguna nación cuestionará nuestro poder, ningún enemigo dudará de nuestro poder, nuestras fronteras estarán totalmente seguras… Hay una crisis internacional de la que el mundo rara vez ha formado parte… La guerra está haciendo estragos en Europa, en Medio Oriente, un espectro creciente de conflicto se cierne sobre Taiwán, Corea, Filipinas y toda Asia”, dijo. Para Trump, Biden es el responsable del caos mundial que se está viviendo y de mucho más. “Para lograr este futuro, primero debemos rescatar a nuestra nación de un liderazgo fallido e incluso incompetente… Terminaré con todas y cada una de las crisis internacionales que la actual administración ha creado, incluida la horrible guerra entre Rusia y Ucrania”, dijo.

Pese a que habían advertido que Biden no sería un tema de su discurso, no solo lo mencionó, sino que lo trató en términos muy desfavorables. Aseguró que el presidente demócrata ha sido el peor de la historia y que el daño que le ha hecho a los Estados Unidos es inconmensurable. El presidente Biden pasa por uno de sus peores momentos. Tras su desastrosa presentación en el debate, las preocupaciones sobre su salud crecieron y los respaldos que tenía se derrumbaron. Desde George Clooney hasta Barack Obama han dejado saber que piensan que lo mejor es que se retire de la contienda.

Horas antes de la intervención de Trump se hizo público que Biden, además, tiene covid. Lejos de tener alguna compasión, el magnate lo revolcó. En sus palabras lanzó algunas menciones sorprendentes sobre quienes se consideran una amenaza para Occidente. Por ejemplo, sobre el líder de la peligrosa Corea del Norte, Kim Jong-un, quien es dueño de uno de los arsenales nucleares más grandes del mundo, dijo: “Me llevo bien con él, a él también le gustaría verme de regreso. Creo que me extraña”. Pero el tema que trató con más devoción y firmeza fue la inmigración ilegal. Trump dijo frases muy fuertes, asegurando que quienes llegan al país de manera ilegal son casi que la escoria de la humanidad. “Vienen de todos los rincones del mundo, no solo de Sudamérica.

De África, Asia y Oriente Medio. Vienen de las cárceles y de instituciones mentales”. Aseguró que los países “están enviando a sus delincuentes a Estados Unidos”. El magnate dejó claro que darles un portazo a los inmigrantes ilegales será una de sus principales prioridades y lanzó la promesa de terminar su más controversial y quizás irrealizable idea. “Pondremos fin a la crisis de inmigración ilegal cerrando nuestra frontera y terminando el muro, la mayor parte del cual ya he construido. La invasión en nuestra frontera sur la vamos a detener y lo haremos rápido”, puntualizó.

Ahí también le echó la culpa a Biden de que Estados Unidos estuviera inundado de migrantes irregulares. Además de su discurso, Trump llevó una imagen poderosa: su familia más unida que nunca. Todos subieron al escenario, perfectamente vestidos de rojo y en medio de bombas que caían del cielo.Melania se llevó todos los comentarios y miradas. Entre el magnate y la bella mujer no se cruzó mucha emoción. A pesar de que él se despachó en elogios, apenas se dieron al final un beso en la mejilla.

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