Mientras Carlos Ramón González está escondido en Nicaragua y burla la Justicia, el gobernador Carlos Amaya lleva las riendas de la Alianza Verde.
Carlos Ramón González, exdirector del Dapre, salpicado en el escándalo por corrupción de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), renunció en mayo pasado a la Alianza Verde, el partido político que fundó tras su desmovilización del M-19. El peso del escándalo en su contra lo llevó a ceder gran parte de su poder.
Sin embargo, bajo la sombra, González dejó a su principal alfil en su casa política: Rodrigo Romero, uno de los copresidentes del partido, su mejor amigo desde hace más de 30 años, su socio y mano derecha. Romero es tan importante para González que su sobrino Cristian Quiroz se convirtió en magistrado del Consejo Nacional Electoral avalado por la Alianza Verde.
Carlos Ramón González se esconde de la Justicia colombiana en Managua, Nicaragua, protegido por el régimen de Daniel Ortega. Y en el Verde se preguntan si desde el país vecino manejará el bolígrafo que le permitirá entregar avales para el Congreso y la presidencia en 2026.

Lo más probable es que sí, le dijo una fuente de la Alianza Verde a quien pidió reserva de su identidad. No será ahora, porque faltan ocho meses para las elecciones parlamentarias y diez para la primera vuelta presidencial, y hay tiempo suficiente para que González decida cómo se moverá políticamente desde la clandestinidad.