Más de una década después del fallecimiento de Víctor Carranza, el llamado «zar de las esmeraldas», su legado sigue envuelto en disputas legales. Una reciente decisión judicial determinó que más de 100 bienes que fueron ocultados a cuatro de sus hijas extramatrimoniales deben serles restituidos, dejando sin derecho sobre ellos a su viuda, María Blanca Carranza, y a sus tres hijos.
El nombre de Carranza sigue resonando en Boyacá, cuna de las mejores esmeraldas del mundo, y en varias regiones del país donde dejó huella a través de sus negocios y propiedades. Su vida estuvo marcada por el éxito en la extracción y comercialización de gemas, pero también por la violencia de la llamada «guerra verde» entre esmeralderos, lo que lo llevó a aliarse con narcotraficantes y grupos paramilitares. Paralelamente, tuvo estrechos vínculos con líderes políticos, especialmente dentro del Partido Conservador.
Carranza amasó una fortuna incalculable, con propiedades y sociedades en diferentes regiones. Su riqueza no solo incluía minas, sino también grandes extensiones de tierra y empresas que, al momento de su muerte en 2013 debido a un cáncer, se valoraban en más de 500 mil millones de pesos.
Sin embargo, su mayor legado no fueron solo sus bienes, sino las disputas familiares que dejó sin resolver. Su viuda, María Blanca Carranza, tuvo tres hijos con él: Felipe, Luz Mery y Hollman (q.e.p.d.), mientras que con otras mujeres tuvo cuatro hijas: Ginna, Catalina, Vivian y Sandra. Desde su fallecimiento, estas últimas han luchado por lo que les corresponde en la sucesión de su padre.
La batalla legal por la fortuna de Carranza
Antes de su muerte, Carranza vendió las minas en Coscuez, donde inició su fortuna, al sirio-norteamericano Jamal Daniel, quien convirtió el negocio en una multinacional alejada de los conflictos del pasado. Como parte de su estrategia de expansión, Daniel nombró a Esteban Santos, hijo del expresidente Juan Manuel Santos, como presidente de Crest Investment Company en Estados Unidos.
Pero el verdadero conflicto comenzó poco después del entierro del zar de las esmeraldas. María Blanca Carranza y sus hijos iniciaron un proceso de sucesión que, según las cuatro hijas extramatrimoniales, se llevó a cabo en secreto y de manera irregular. Cuando ellas se enteraron, descubrieron que muchos de los bienes de su padre habían pasado a manos de su madrastra y sus medios hermanos.
A lo largo de los años, las hijas extramatrimoniales denunciaron que se ocultaron propiedades y se inflaron valores de otras con el propósito de reducir su participación en la herencia. Aunque en 2018 se logró repartir 15 bienes entre los ocho hijos de Carranza, incluidos fincas, hoteles y lotes, la viuda y sus hijos intentaron ocultar cinco empresas clave: Hotel del Llano, ganadería Brisas de Agualinda, Calizas del Llano y el Hotel Lord Pierre en San Andrés.

Fallos judiciales a favor de las hijas extramatrimoniales
Las maniobras para ocultar bienes fueron descubiertas por las cuatro hijas hace aproximadamente ocho años, lo que dio inicio a una nueva lucha legal. Sus demandas fueron presentadas ante el Juzgado 51 Civil de Bogotá, y tras cuatro años de litigio, las sentencias comenzaron a favorecerlas.
La justicia determinó que María Blanca Carranza y sus hijos realizaron cesiones y fideicomisos civiles para desviar bienes de la herencia. En primera instancia, el 28 de junio de 2021, y en segunda instancia, el 26 de julio de 2022, se ordenó devolver a las cuatro hijas extramatrimoniales las cinco empresas mencionadas y sus respectivos bienes. La ley establece que estos bienes les pertenecen exclusivamente a ellas, y que al intentar ocultarlos y realizar ventas ficticias, la viuda y sus hijos perdieron cualquier derecho sobre ellos.
A pesar de los fallos a su favor, las hijas de Carranza han denunciado demoras en la ejecución de la sentencia. Según ellas, junto a su abogado, Tulio Sarmiento, la viuda ha interpuesto múltiples trabas para retrasar la restitución de los bienes, los cuales aún no han sido entregados.
Empresas en crisis y bienes en disputa
Mientras la disputa legal continúa, varias de las empresas de Carranza han sufrido graves consecuencias. La ganadería Brisas de Agualinda, que alguna vez fue símbolo de su poder en los Llanos Orientales, se encuentra en quiebra debido a malos manejos y disputas internas entre los herederos.
Por otro lado, Calizas del Llano, actualmente gerenciada por nietos de Carranza, es una de las compañías que, según la sentencia, deberá ser entregada a Ginna, Sandra, Catalina y Vivian. Sin embargo, algunas de las empresas fundadas por Carranza han quedado bajo la supervisión de la Superintendencia de Sociedades dentro de la Ley de Insolvencia, lo que ha generado nuevos obstáculos para que sus hijas accedan a ellas.

Las hijas extramatrimoniales han expresado su frustración, señalando que la Superintendencia no ha mostrado intención de cumplir con la sentencia y entregarles los bienes que les corresponden.
Lo que alguna vez fue un imperio construido con las esmeraldas de Boyacá hoy es un símbolo de una familia dividida por el resentimiento y la ambición. A pesar de los esfuerzos de Carranza por mantener su legado intacto, su fortuna se convirtió en una carga que enfrenta el peso de la justicia y de los conflictos entre sus herederos.