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La impactante caída de Pablo Escobar: los detalles de cómo vivió Miguel Rodríguez Orejuela la muerte de su mayor enemigo

En el libro No elegí ser el hijo del cartel, William Rodríguez Abadía, hijo de Miguel Rodríguez Orejuela, revela impactantes detalles sobre la guerra entre los carteles de Cali y Medellín, y el papel que jugaron los Rodríguez Orejuela en la persecución de Pablo Escobar. Publicado por la editorial Planeta, el texto ofrece una mirada íntima y cruda de una de las épocas más sangrientas de Colombia.

Una guerra sin tregua

Durante las décadas de los ochenta y noventa, los carteles de Medellín, liderado por Pablo Escobar, y de Cali, comandado por los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela, se enfrentaron en una guerra despiadada por el control del narcotráfico. Sin embargo, este conflicto iba más allá de los negocios ilícitos: las alianzas, traiciones y atentados marcaron una disputa que dejó cientos de muertos y sumió al país en el caos.

William Rodríguez reconstruye en su libro los momentos más tensos de esa confrontación, revelando cómo el cartel de Cali llegó incluso a financiar al Bloque de Búsqueda, el grupo élite de la Policía que finalmente dio de baja a Escobar en diciembre de 1993.

La rendición de Escobar y los planes del cartel de Cali

El 19 de junio de 1991, Escobar sorprendió al país al entregarse y ser recluido en La Catedral, una cárcel que él mismo construyó bajo condiciones que avergonzaron al Gobierno. Pero su «rendición» no frenó sus actividades criminales, lo que intensificó los esfuerzos de sus enemigos para acabar con su imperio.

Según Rodríguez Abadía, el cartel de Cali no perdió tiempo en aprovechar la coyuntura: durante la reclusión de Escobar, consolidaron nuevas rutas para el tráfico de cocaína y fortalecieron sus lazos con mafias internacionales, que preferían negociar con «empresarios confiables» como los Rodríguez Orejuela, en contraste con la reputación de Escobar como un hombre impredecible.

Uno de los planes más audaces del cartel de Cali fue intentar bombardear La Catedral. Para ello, contrataron a Jorge Salcedo, un experto en seguridad y operaciones clandestinas, quien gestionó la compra de bombas en Costa Rica. Sin embargo, dificultades logísticas y técnicas frustraron el plan.

La caída de Escobar

En julio de 1992, Escobar escapó de La Catedral, lo que intensificó la persecución en su contra. Según Rodríguez, el cartel de Cali ofreció una recompensa de diez millones de dólares por la muerte de Escobar, dejando claro que no lo querían capturado, sino eliminado.

Finalmente, el 2 de diciembre de 1993, tras una intensa operación liderada por el Bloque de Búsqueda, Escobar fue localizado y abatido en el tejado de una casa en Medellín.

El legado de la guerra

William Rodríguez también describe cómo el cartel de Cali enfrentó el vacío de poder tras la muerte de Escobar. Aunque parecía un triunfo, la guerra dejó profundas cicatrices en los Rodríguez Orejuela, quienes empezaron a perder el rumbo entre el poder y la ambición desmedida.

En palabras de su padre, Miguel Rodríguez, el único deseo para el nuevo año era “poder, más poder”, una frase que William recuerda como una señal del deterioro moral de su familia.

El relato de Rodríguez Abadía es un testimonio desgarrador de cómo el narcotráfico destruyó vidas y valores, incluso entre quienes lograron sobrevivir a la guerra.

Este artículo se basa en fragmentos del libro No elegí ser el hijo del cartel, publicado por la editorial Planeta.

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