Mauricio Vargas
Denuncias cruzadas y guerra interna: en el gobierno del cambio comenzó el ‘sálvese quien pueda’.
Al presidente Gustavo Petro le quedan 20 meses en la Casa de Nariño, pero desde el punto de vista político, este primero de enero empieza su último año. En 12 meses estaremos en campaña presidencial, con un mandatario de salida y un Parlamento en modo elecciones. Pero cuando uno mira en qué andamos hoy, parece que el gobierno del cambio ya hubiese llegado a su fin.
La renuncia –a pedido público del Presidente– del minhacienda, Ricardo Bonilla, agrava la crisis de un Ejecutivo incapaz –por mera incompetencia de sus funcionarios– de ejecutar su presupuesto de inversiones.
Todo ello en medio del fracaso de la incoherente ‘paz total’, del hundimiento en el Congreso de reformas clave para el Gobierno como la nueva tributaria y la ley de presupuesto, y de las peores relaciones, en décadas, entre la Casa de Nariño y las altas cortes.
Envenenan el ambiente las emanaciones putrefactas de la corrupción, con maletines cargados de miles de millones de pesos en efectivo para comprar congresistas y hacerlos votar los proyectos del Gobierno.
Varios involucrados han resuelto contar lo que pasó y, en ese proceso, ya se llevaron por los cachos al minhacienda y amenazan al exministro de Interior, Luis Fernando Velasco, acusado de liderar las reuniones para la sucia componenda.
Envenenan el ambiente las emanaciones putrefactas de la corrupción, con maletines cargados de miles de millones de pesos en efectivo para comprar congresistas y hacerlos votar los proyectos del Gobierno
Al juicio que tiene al borde de la cárcel a Nicolás Petro, hijo del Presidente, por enriquecimiento ilícito y lavado de activos, se suma la denuncia, remitida por el minhacienda Bonilla a la Fiscalía, por oscuras maniobras ante la empresa que maneja la hidroeléctrica de Urrá.
Los señalados son Nicolás Alcocer, hijo adoptivo del mandatario, y el presidente de Ecopetrol, Ricardo Roa, a su vez procesado en el Consejo Nacional Electoral por la muy irregular financiación de la campaña petrista de 2022, de la que fue gerente.
“El trabalenguas de la corrupción en el gobierno de Petro –dijo en X el excandidato Sergio Fajardo–: Ricardo Roa, presidente de Ecopetrol, otra vez acusado de direccionar contratos en la hidroeléctrica de Urrá y con nuevo compañero, Nicolás Alcocer (…).
¿Quién los denuncia? Ricardo Bonilla, ministro de Hacienda, también señalado por compra de congresistas. Cada nuevo escándalo les quita la máscara y reafirma lo que siempre hemos dicho: pagan para llegar, llegan a robar”.
Nadie sabe si la salida de Bonilla la causaron las acusaciones en su contra por los pagos a congresistas con fondos de la Unidad para la Gestión del Riesgo (UNGRD), o que hubiese remitido a la Fiscalía la denuncia que recibió contra Roa y el joven Alcocer, que viene acompañada con datos y fotografías, a modo de prueba.
El embajador en Londres, Roy Barreras, curtido político, posteó en X: “No le ahorren trabajo a la oposición. Paren la autodestrucción”. Pero no la van a parar, porque a los muchos salpicados en los escándalos que están hablando se sumarán otros. Cada uno de los acusados parece decidido a proteger su pellejo, si es del caso a costa del Gobierno.
Esto ni siquiera lo arregla la siempre diligente Laura Sarabia, a quien vimos, en Uruguay, regañar a Petro delante del expresidente Pepe Mujica. En un acto de sensatez, Sarabia intentaba impedir que su jefe agitara una bandera de la guerrilla del M-19, que llevó de regalo a Mujica.
El líder uruguayo tuvo que zanjar el rifirrafe entre sus ilustres visitantes con un elocuente “vamos a terminar ya”. Le queda un año efectivo a Petro en el poder. Un año tortuoso porque en el gobierno del cambio comenzó el ‘sálvese quien pueda’.
Recomendable. Editorial Planeta acaba de editar un interesante libro escrito al alimón por el excanciller Guillermo Fernández de Soto y el profesor Andrés Rugeles. ‘América latina y el mundo, 21 ideas para reflexión y acción’ es un excelente aporte al debate, entre otros asuntos, sobre las tendencias antidemocráticas en el planeta y en la región.
MAURICIO VARGAS