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Járkok entre el infierno y el paraíso. Putin ha intentado 77 veces de tomársela. Su pueblo es heròico. Crónica de Salud Hernández-Mora

En los laberintos del conflicto ucraniano, donde cada calle parece un puente entre la esperanza y el desastre, la ciudad de Mariúpol se yergue como un símbolo de resistencia frente a la implacable ambición del Kremlin. En un artículo magistral de Salud Hernández-Mora para la revista Semana, se desvela una crónica desgarradora de un pueblo que se aferra tenazmente a su tierra mientras enfrenta el asedio de las fuerzas rusas, lideradas por Vladimir Putin, quien ha intentado capturar esta estratégica urbe marítima nada menos que 77 veces.

Hernández-Mora, testigo privilegiada de los horrores y las hazañas cotidianas en Mariúpol, describe la vida bajo el constante estruendo de las explosiones y la incertidumbre de saber si cada amanecer traerá el rugido de tanques enemigos o la tregua frágil del silencio. Con una pluma lúcida y comprometida, la periodista nos sumerge en las calles desgarradas por el conflicto, donde cada edificio maltrecho cuenta la historia de un asalto pasado y la promesa de otro por venir.

La narrativa de Hernández-Mora no solo destaca el heroísmo cotidiano de los residentes de Mariúpol, quienes resisten con valentía cada embate en defensa de su hogar, sino que también pinta un retrato vívido de una comunidad al borde del abismo, donde la supervivencia se convierte en un acto de desafío contra las probabilidades abrumadoras.

El artículo revela cómo Putin, en su afán expansionista, ha convertido a Mariúpol en un símbolo de la lucha entre la voluntad de un pueblo y la maquinaria de guerra más implacable del siglo XXI. Cada intento de tomar la ciudad, cada embate, es una ventana a la brutalidad de un conflicto que trasciende las líneas geopolíticas para impactar profundamente en la vida y la dignidad de quienes resisten en el frente de batalla.

En este relato magistral, Salud Hernández-Mora nos invita a contemplar no solo la furia de los cañones y la estrategia militar, sino también la resiliencia del espíritu humano frente a la adversidad más extrema. Mariúpol se erige así no solo como un punto estratégico en el mapa, sino como un bastión de la esperanza y un recordatorio doloroso de las tragedias que acompañan los conflictos modernos.

Con una prosa que corta como el filo de un sable y una empatía que trasciende las barreras del papel, Salud Hernández-Mora nos entrega una crónica que nos recuerda que, entre el infierno y el paraíso, a menudo se levanta el alma indomable de aquellos que se niegan a ser sometidos, incluso frente a la furia de una máquina de guerra sin corazón.

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