El representante Hugo Archila volvió a los titulares, no por una nueva ley o un proyecto brillante, sino por su más reciente demanda por pérdida de investidura, que él asegura —cómo no— “carece de todo sustento jurídico”.
Archila, quien parece tener más denuncias que leyes aprobadas (aunque asegura tener 19 sancionadas y 54 en trámite), publicó un comunicado donde se declara víctima del “desprestigio político”. Una estrategia que, según él, ya es costumbre de sus “enemigos”.
Nada nuevo: en la política colombiana, cuando no hay argumentos, siempre hay enemigos políticos.
El representante no se inmuta: asegura que su “trabajo con resultados” continúa y que todo se trata de una persecución. Claro, porque los santos siempre son los más perseguidos.
Con tono heroico, Archila saca pecho de sus leyes sobre el cáncer, el agro, la cultura y hasta el deporte (faltó mencionar la ley que lo salve a él mismo). Entre tanto, la ciudadanía se pregunta si los políticos del Casanare trabajan más en el Congreso o en los estrados judiciales.
Archila cierra su comunicado con un llamado a “no caer en narrativas manipuladas”.
Difícil, cuando el guion parece escrito por la propia telenovela del Capitolio: “El mártir del Casanare contra el sistema judicial”, próximamente en el horario estelar.
Mientras tanto, los votantes esperan que entre tanta “transparencia”, al menos una denuncia sea por exceso de trabajo y no por exceso de confianza.
