El futuro de Siria tras el derrocamiento de Bashar al Asad permanece incierto, pero sus nuevos líderes han prometido establecer un “Estado de derecho” tras décadas de abusos bajo el régimen del exmandatario, quien fue destituido tras una ofensiva liderada por grupos islamistas.
El domingo pasado, tras una fulgurante operación militar de 11 días, una coalición de movimientos rebeldes, dominada por el grupo sunita radical Hayat Tahrir al Sham (HTS), logró derrocar a Al Asad, quien huyó a Rusia.
La comunidad internacional observa con cautela el proceso de transición en Siria, especialmente en lo que respecta a la protección de las minorías y la instauración de un gobierno inclusivo. En declaraciones a la agencia AFP, el portavoz del nuevo gobierno, Obaida Arnaut, afirmó que el objetivo es garantizar justicia y respeto a las leyes.
> “Todos los que cometieron crímenes contra el pueblo sirio serán juzgados conforme a las leyes”, aseguró.
Período de transición
El nuevo liderazgo anunció que la Constitución y el Parlamento serán suspendidos durante una etapa de transición inicial de tres meses. Durante este tiempo, un comité jurídico y de derechos humanos trabajará en la revisión de la Constitución para introducir las enmiendas necesarias.
Respecto a las libertades religiosas y personales, Arnaut subrayó el compromiso con la diversidad cultural y religiosa de Siria, buscando calmar los temores sobre posibles represalias contra minorías.
Llamados internacionales a un gobierno inclusivo
El G7 ha respaldado la formación de un gobierno inclusivo que respete los derechos de las mujeres y las minorías. En ese marco, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, viajó a Jordania para abordar los retos de la transición siria.
Blinken instó a una transición hacia un “gobierno responsable y representativo” y advirtió sobre el riesgo de nuevos conflictos, refiriéndose a las tensiones militares en la región, como los bombardeos israelíes en territorio sirio y los enfrentamientos entre insurgentes respaldados por Turquía y las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS).
En los últimos días, Estados Unidos logró mediar una tregua entre las fuerzas prokurdas y los insurgentes apoyados por Turquía, buscando preservar la estabilidad en el norte del país, donde las FDS desempeñan un papel clave en la lucha contra el Estado Islámico (EI).
Por su parte, el primer ministro interino de Siria, Mohamad al Bashir, prometió en una entrevista al diario italiano Corriere della Sera garantizar los derechos de todas las comunidades religiosas y étnicas del país, al tiempo que instó a los millones de sirios en el exilio a regresar para contribuir a la reconstrucción.
Dudas sobre HTS
Aunque Hayat Tahrir al Sham asegura haber roto con el yihadismo, sigue siendo considerado un grupo terrorista por varias naciones occidentales. Este estigma genera dudas sobre su capacidad de liderar una transición respetuosa de los derechos humanos.
Desde 2011, el conflicto sirio ha provocado la muerte de más de 500.000 personas y el desplazamiento de seis millones, aproximadamente una cuarta parte de la población. La represión de las protestas prodemocráticas desencadenó una guerra civil que dejó profundas cicatrices en el país.
Esperanza en las calles
En Damasco, las celebraciones tras la caída del régimen han inundado las calles. “Es como si hubiéramos estado enterrados y ahora salimos a la luz del día”, expresó Razan al Halabi, una habitante de 38 años.
A pesar de la incertidumbre, los sirios esperan que esta nueva etapa marque el inicio de un futuro más prometedor, donde los derechos de todos los ciudadanos sean respetados y la reconstrucción nacional sea una prioridad.