Misión La Guajira, liderada por el Grupo Aval y Promigas, ha revolucionado la vida de 81 comunidades en la desértica región de La Guajira, donde 3.500 familias wayúu ahora tienen acceso a agua potable. Este esfuerzo representa un cambio histórico, con la esperanza de erradicar enfermedades y mejorar las condiciones de vida para las generaciones futuras.
En la ranchería de Parenska I, ubicada en Manaure, los niños corren emocionados mientras saludan con sonrisas. La escuela local, que también atiende a las comunidades vecinas de Parenska II y Grasamana, es un punto clave de este cambio. Allí, la maestra Diosenit Epiayú y 76 niños han sido testigos de un proyecto transformador: la instalación de una planta potabilizadora de agua, gestionada por la comunidad para garantizar su sostenibilidad.
La primera llave abierta: agua desde el corazón del desierto
El 4 de mayo de este año marcó un hito. Ese día, las comunidades abrieron la primera llave de agua potable, obtenida de un pozo a 120 metros de profundidad. Fue un momento histórico en una región donde, por siglos, el acceso al agua implicaba caminar kilómetros para recolectarla de riachuelos, jagüeyes o lluvias escasas, con todos los riesgos sanitarios que ello conllevaba.
Hasta ahora, solo el 15% de los habitantes dispersos en el desierto de Manaure y Uribia tenían acceso a agua limpia. Misión La Guajira busca cambiar esa realidad, con el objetivo de impactar a 81 comunidades este año, enfrentando una deuda histórica con una de las regiones más olvidadas de Colombia.
Una alianza público-privada por La Guajira
Este proyecto nació en noviembre de 2022, cuando Luis Carlos Sarmiento Gutiérrez, presidente del Grupo Aval, asumió el reto de liderar un esfuerzo conjunto entre empresarios y el gobierno para llevar agua potable a las comunidades wayúu. Durante una cumbre en Cartagena, Sarmiento vio en La Guajira una oportunidad de generar impacto profundo, en una región rica culturalmente, pero marginada social y económicamente.
Respetar la cultura: el eje del proyecto
En cada paso del proceso, el respeto por la cultura wayúu ha sido esencial. Desde su lengua, el wayuunaiki, hasta sus tradiciones, el proyecto ha buscado entender y honrar su cosmovisión. Liliana Duarte, traductora, y María Camila Muñoz, gerente del proyecto, han trabajado directamente con líderes y mayores de las comunidades, asegurando un diálogo constante para construir confianza y garantizar que esta intervención sea sostenible y respetuosa.
Un cambio con rostro humano
Las historias de los Wayúu están llenas de retos y resiliencia, pero también de sueños. Misión La Guajira no solo lleva agua potable; lleva esperanza. Este es un paso inicial, un modelo de colaboración que puede inspirar a más actores a unirse para saldar las deudas históricas con las comunidades indígenas y garantizarles un futuro digno.
En seis meses, el proyecto ha demostrado que los cambios profundos son posibles cuando se combinan voluntad, respeto cultural y compromiso con las personas. Misión La Guajira no solo transforma el acceso al agua, sino que revitaliza una región con potencial infinito.