El 7 de diciembre, el movimiento rebelde Hayat Tahrir al Sham (HTS) anunció el ingreso de sus fuerzas a la capital siria, Damasco, tras una serie de avances rápidos en el campo de batalla. En su comunicado, el grupo islamista detalló que sus tropas comenzaron a penetrar en la ciudad, donde los residentes informaron haber escuchado intensos tiroteos en distintas zonas.
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos, una organización de monitoreo con sede en el Reino Unido, corroboró el avance rebelde y aseguró que el presidente Bashar al-Assad abandonó Siria después de que los insurgentes tomaran grandes territorios del país en una ofensiva sorpresa. Según Rami Abdel Rahman, director del observatorio, Assad huyó del país a través del Aeropuerto Internacional de Damasco, un evento que no pudo ser confirmado de manera independiente en ese momento.
Este avance rebelde ha provocado el colapso de varias ciudades clave bajo el control de Assad, incluida Homs, la tercera ciudad más grande del país. En las últimas semanas, los insurgentes también han capturado Aleppo y Hama, intensificando su ofensiva que comenzó a finales de noviembre. La caída de Homs representa un golpe significativo para el régimen de Assad, ya que la ciudad es estratégica para el control de las rutas hacia la capital y las provincias costeras que albergan bases rusas y sirias de importancia.
La rebelión también ha tomado el control de la prisión de Sednaya, conocida por sus condiciones extremas, liberando a miles de prisioneros que fueron detenidos por el régimen en años recientes.
La situación en Siria ha cambiado drásticamente, y la lucha por el poder parece acercarse a su desenlace. Los avances de los rebeldes, que hasta el momento han sido casi sin oposición, han sido facilitados por la disminución del apoyo internacional a Assad, especialmente de Rusia e Irán, quienes están enfrentando tensiones en otros frentes geopolíticos.
El enviado especial de la ONU para Siria, Geir Pedersen, urgió a una transición política ordenada, destacando la necesidad de conversaciones urgentes para evitar un mayor caos en la región. Sin embargo, la situación sigue siendo incierta, y algunos rebeldes, que están en contacto con altos oficiales del régimen, aseguran que Bashar al-Assad estaría considerando abandonar definitivamente el poder.
Por primera vez en más de una década de conflicto, el gobierno sirio parece perder el control de la mayoría de las provincias del país, lo que marca un giro potencialmente decisivo en la guerra civil que ha devastado a Siria desde 2011.
