La fiscal general de la Nación respondió con dureza al presidente Gustavo Petro, luego de que este afirmara públicamente que había perdido su apoyo. En un mensaje categórico, la funcionaria declaró que la Fiscalía no está para “trabajarle” ni apoyar al Gobierno, subrayando su supuesta independencia institucional.
Sin embargo, analistas y sectores críticos consideran que este distanciamiento parece más gesto político que ruptura real. Para muchos, la fiscal—ternada por el mismo Petro—sigue siendo una aliada funcional al Gobierno, aunque ahora intente proyectar una imagen de autonomía en medio del desgaste político que atraviesa el presidente.
El choque discursivo, más que una confrontación, se interpreta como un intento de ambos lados de marcar posiciones hacia la opinión pública, mientras en la práctica la cercanía y las decisiones polémicas del ente acusador siguen generando dudas sobre su real independencia.











