El presidente Gustavo Petro decidió mover a su alfil más polémico hacia el servicio exterior
ante inminente sanción por lío de los pasaportes.
La salida de Casa de Nariño de Alfredo Saade, uno de los funcionarios más polémicos y poderosos del gobierno del presidente Gustavo Petro, terminó siendo decidida por una de las características más marcadas del hasta el viernes jefe de gabinete: su disposición a cumplir, muchas veces sin mayores miramientos políticos o jurídicos, las órdenes de su jefe.
Atornillado en Palacio desde hace dos meses y convertido, a pesar de las quejas abiertas de muchos antiguos cercanos al primer mandatario, en una especie de ‘peaje’ para acceder a él, Saade se había convertido en la sombra de Gustavo Petro. El jueves, sin embargo, por primera vez no lo acompañó en uno de los actos públicos de primer nivel en la agenda presidencial, esta vez en los actos para celebrar (con una semana de retraso, por los paros campesino y minero), el 7 de agosto en Boyacá.
Para ese momento, ya se discutía en Palaciocómo manejar la inminente suspensión que la Procuraduría iba a imponer contra el ‘pastor’ por su manejo del tema de los pasaportes, que según el ente de control ha puesto en riesgo el servicio de expedición de ese documento y, por lo tanto, el derecho a la libre movilidad de los colombianos.
Este diario pudo determinar que la decisión del presidente Petro fue mover a Saade de cargo para seguirlo manteniendo en el Gobierno, pues la suspensión solo opera para la jefatura de gabinete. Por eso, el viernes en la tarde su hoja de vida fue publicada para ejercer como embajador en Brasil, plaza que estaba vacante desde la renuncia de Guillermo Rivera.
La movida no blinda definitivamente a Saade, quien de ser hallado responsable en el proceso disciplinario podría ser destituido e inhabilitado y saldría de inmediato de cualquier cargo en la administración pública. Es la misma situación a la que se exponen otros altos funcionarios de Cancillería y de la Imprenta que han estado involucrados en las recientes decisiones sobre pasaportes.
EL TIEMPO tuvo acceso al documento del ente de control con fecha del 15 de agosto, en el que el ponente Esiquio Sánchez determinó suspender a Saade por tres meses mientras avanzaba en la investigación disciplinaria, ya que de no hacerlo “podría utilizar las potestades que su empleo le concede, para intervenir en la gestión e implementación del nuevo modelo de expedición de pasaportes”.
De principio a fin, el aterrizaje de Saade en la Casa de Nariño generó revuelo. Recordado por la campaña que le hizo al presidente Gustavo Petro en 2022 y por polémicos comentarios, en los últimos dos meses pasó a sentarse a la mesa del gabinete ministerial y desde allí sus posturas siempre generaron controversia, incluso entre miembros del Gobierno. Esta semana, había abierto otra polémica al asegurar, en referencia al asesinato del senador de oposición Miguel Uribe Turbay, que en la política, “como al montar bicicleta”, siempre existía riesgo.
Por orden del presidente Petro, en mayo pasado, Alfredo Saade apareció públicamente como responsable del futuro de la licitación de los pasaportes. Su intrusión derivó en la salida de Laura Sarabia de la Cancillería, que si bien generó ruidos internos terminó saldada cuando el presidente la envió a la Embajada en Londres.
Según se lee en el expediente, sin tener facultades legales para ello, Saade dio órdenes a funcionarios de Cancillería: “Les solicitó racionalizar la asignación de citas para la expedición de pasaportes con el fin de asegurar la disponibilidad de libretas durante una mayor cantidad de tiempo”, reseñó la Procuraduría el pasado 9 de julio, cuando abrió la investigación.
En el oficio del delegado son claves las reuniones que sostuvo Saade con funcionarios de la Cancillería el 27 de junio, dos días después de asumir como jefe de despacho. Esa vez, según consta en el documento, al pastor le advirtieron que la expedición de pasaportes requería una transición de entre seis a nueve meses. Sin embargo, Saade habría dicho que el trámite debía ser inmediato para así firmar con Portugal y poner a la Imprenta a producir. Y dijo que no tenía que pedirle el consentimiento a Sarabia, pues era una orden presidencial.
En total, la Procuraduría recogió cinco testimonios de funcionarios de la Cancillería, entre ellos el del viceministro Mauricio Jaramillo. Las versiones comprometen la responsabilidad del polémico pastor.
Para el ente de control, esa conducta podría representar al menos tres faltas disciplinarias graves (artículos 38, 39 y 55) como el irrespeto a la función pública, la extralimitación de tareas y la imposición de trabajos ajenos a otros servidores del Estado.
Esos comportamientos no serían de alguien con desconocimiento. La entidad resaltó que “Alfredo Saade comprendía el alcance de los hechos, de su actuar y, además, tenía plena capacidad de determinarse de acuerdo con esa comprensión, así en cuanto a la exigibilidad del cumplimiento del deber, tenía la posibilidad de ajustar su comportamiento a los deberes que se imponen a todo servidor público”. Además, anotó que dejar que el pastor Saade siguiera en el cargo podría representar un riesgo para que volviera a cometer dichas faltas. De hecho, en el expediente se mencionan otras posibles injerencias indebidas.
Fiel a su estilo, el saliente hombre fuerte de Palacio hizo su balance: “Fue un placer estar estos dos meses a su lado cumpliendo las tareas asignadas, las cuales realicé con éxito rotundo”, le escribió en ‘X’ al presidente Petro.
Carlos López