“Cuando Estados Unidos estornuda, a América Latina le da neumonía”. Esta frase dimensiona la importancia del Tío Sam para la región y, más ahora, en plena jornada electoral para decidir el reemplazo de Joe Biden. Ya en la recta final de la campaña y a pocos días de las elecciones del 5 de noviembre, la disputa es entre dos visiones distintas de la economía estadounidense: la de la vicepresidenta Kamala Harris y la del expresidente Donald Trump.Las encuestas recientes muestran diferencias mínimas que podrían estar por debajo de los dos puntos porcentuales. En estas condiciones, gane quien gane, recibirá un país polarizado y dividido, lo que le generará un reto gigantesco en materia de gobernabilidad.Además de los temas geopolíticos, los focos internacionales están puestos en el programa económico de los candidatos. “Si bien la reducción del desempleo al 4,1 por ciento y la desaceleración de la inflación al 2,4 por ciento en septiembre de 2024 disminuyen el riesgo de recesión, Estados Unidos aún enfrenta retos para mejorar su desempeño. Trump y Harris presentan propuestas distintas en temas como inflación, déficit fiscal y programas de ayuda social”, señala un informe de Anif. Precisa que Harris propone prohibir la especulación de precios en alimentos, aumentar los incentivos para vivienda y reducir los precios de medicamentos, mientras Trump busca subir aranceles de importación del 10 al 20 por ciento, e incluso al 60 por ciento para China, y desregular la economía para reducir impuestos a empresas y personas.Los efectos de lo que decida el nuevo o la nueva presidente impactarán la economía global. Mientras tanto, los bancos centrales, como la Reserva Federal, serán más cautelosos al reducir las tasas de interés frente a un eventual repunte de la inflación por las tensiones geopolíticas. Ello fortalece el dólar y debilita las monedas de países como los de América Latina, situación que hoy ya se está viendo.La preocupación de corto plazo por un dólar más fuerte se vio en la primera elección de Trump. “Una vez elegido, se depreciaron el peso mexicano y el colombiano”, dice César Pabón, director de Estudios Económicos de Corficolombiana.
Sin embargo, el punto económico más crítico que enfrentará Estados Unidos en el futuro inmediato es el déficit fiscal. Como explica Pabón, el país del Norte ha presentado consistentemente altos niveles de deuda, “y de hecho la proyección de déficit fiscal el próximo año y los siguientes es relativamente alta, y aunque tiene la ventaja de ser la economía más fuerte, esa incertidumbre está latente”.Esto no lo resuelven los candidatos. Por un lado, Donald Trump ha venido hablando de reducir impuestos, que en el corto plazo implica menos ingresos. Y por otro, Kamala Harris mantiene la política demócrata de un Estado grande y amplio. “Entonces, bajo ningún escenario se observa una corrección a este tema”.¿Y Colombia?
La expectativa local sobre el próximo presidente estadounidense es muy alta. De hecho, influyó en la más reciente decisión de la junta directiva del Banco de la República en materia de tasas de interés de bajarlas apenas 50 puntos básicos, pese al pedido de muchos sectores de un recorte más contundente.
Los datos confirman la importancia de Estados Unidos para Colombia. Según la Cámara Colombo Americana, AmCham, en lo corrido del año, hasta agosto, el Tío Sam se mantiene como el principal socio comercial del país. Las exportaciones llegaron a 9.442,8 millones de dólares, que corresponden al 29 por ciento de las ventas totales. En promedio, cada año más de 3.000 empresas exportan a Estados Unidos, representando el 35 por ciento de todas las que venden al exterior.Además, Estados Unidos se mantiene como el principal inversor histórico de Colombia. La inversión del primer semestre de 2024 llegó a 2.802 millones de dólares, lo que equivale al 42 por ciento de los 6.720 millones de dólares que recibió el país en ese periodo, de acuerdo con cifras del Emisor.
De otro lado, el Migration Policy Institute estima que para 2021 unos 1,6 millones de colombianos residían en Estados Unidos, incluidos quienes no han definido su situación migratoria. Este país es el principal emisor de remesas para Colombia, con más de 6.000 millones de dólares solo en el primer semestre de este año, más de la mitad del total recibido.En el campo del turismo, entre enero y agosto de este año, a Colombia llegaron más de 825.000 visitantes de Estados Unidos, casi el 30 por ciento de los extranjeros no residentes que vienen al país. Y en los últimos 50 años, dice AmCham, Colombia ha sido el mayor receptor de asistencia económica de Estados Unidos en el Hemisferio Occidental.
Para Colombia, según María Claudia Lacouture, presidenta de AmCham Colombia, aunque las elecciones en Estados Unidos generan incertidumbre, históricamente la relación de los dos países ha sido estable y respaldada por un apoyo bipartidista. “Colombia debe abordar este acontecimiento como una oportunidad estratégica, fortalecer y expandir nuestras posibilidades, adaptándonos a los cambios políticos que se vendrán para maximizar beneficios mutuos”, señala.Para ella, es poco probable que se busque renegociar el TLC, pues requiere de la aprobación del Congreso, el cual, después de las elecciones, es posible que termine dividido, dificultando el trámite.
“Con Kamala Harris como presidenta se esperaría la continuidad del acuerdo como está, buscando su mayor aprovechamiento. Si la victoria es para Trump, lo que podría suceder en materia comercial es que Estados Unidos imponga aranceles a productos colombianos –en parte, como estrategia para buscar contener la expansión de China en la región–. Este escenario crearía fricciones en el comercio, pero, en principio, se priorizaría mantener el acuerdo y una estabilidad bilateral”, advierte Lacouture.Frente a Venezuela, considera que en el caso de Harris se mantendrían las sanciones impuestas por el Gobierno de Joe Biden, pero hay incertidumbre sobre el otorgamiento de nuevas licencias. Sin embargo, mostraría apertura a cooperar y alinear posturas con gobiernos de izquierda en la región. Mientras tanto, Donald Trump regresaría a una estrategia de presión máxima, con la terminación de licencias especiales para empresas petroleras y un enforcement más agresivo de las sanciones existentes. Además, criticaría a los Gobiernos de la región percibidos como cercanos al régimen de Maduro.
Otro frente de preocupación está en las políticas migratorias del nuevo jefe o jefa de Estado, no solo por las restricciones que podrían generarse, sino por su impacto en las remesas. Un análisis de Fitch Ratings espera una postura más confrontativa hacia México y los países centroamericanos, si Trump es reelegido. Advierte que ha mostrado un mayor ánimo en restringir significativamente los cruces fronterizos y aumentar las deportaciones de indocumentados. También contempla la continuidad de la política migratoria de Biden, si Harris es elegida.
Ella ha expresado su intención de impulsar una ley bipartidista que no logró aprobarse en 2024 tras la objeción republicana. El proyecto de ley pretende cerrar las lagunas en el proceso de asilo, dar al presidente mayor autoridad para cerrar la frontera cuando los cruces sean elevados y limitar los permisos que permiten a los inmigrantes ingresar temporalmente a Estados Unidos. Un proceso electoral clave para los próximos cuatro años de América Latina y de Colombia.