La ceremonia oficial de radicación del proyecto de Ley de reforma a la salud estaba programada para las 3 de la tarde de lunes 13 de febrero. Pero, a esa hora, la Plaza de Armas de la Casa de Nariño, lucia vergonzosamente desolada. A los casi 200 funcionarios públicos que les tocó ir, -entre ministros, viceministros, directores de centros médicos y hospitalarios, enfermeras, camilleros, asesores, secretarias, lagartos y así, no más de 300 otras personas, llevadas allí “con todos los gastos pagos”, y con “buses a todos los barrios”, se veían minúsculas y ridículas en un gigantesco escenario al aire libre al que, fácilmente, le caben 10 mil almas.
De esas 300, la mayoría eran pacientes de estrato 1, discapacitados en muletas y sillas de ruedas, lisiados, abuelos, enfermos con mangueras, respiradores y tanques de oxígeno, mendigos, pordioseros… Toda suerte de individuos –e “individuas”, como para estar a tono con el ridículo lenguaje “inclusivo” que vocifera la vicepresidenta Francia Márquez. Personas que al Presidente le interesaba que asistieran. Se trataba de meterle pueblo raso al show. Pero esta vez el pueblo le falló.

Y eso que vía whatsapp, correo electrónico y demás medios digitales, Petro y su ministra de salud Carolina Corcho enviaron afanosamente miles de invitaciones a todo el país. Pero destinatarios como por ejemplo los gerentes y directores de las incontables IPS públicas y privadas que pululan en el país, también le fallaron al Presidente. No asistieron.
Las imágenes -fotos y videos- lo dicen todo. A las 5:40 de la tarde, cuando Petro habló, el decorado del lienzo era para llorar. Miles de sillas vacías blancas parecían aullar de tristeza y rabia porque nadie quiso ocuparlas. No valió que los ministros y otros altos, medios y bajos funcionarios llamaran con angustia a sus subalternos: “apúrenle, pronto, vengan ya a la Plaza de Armas” . Ni que los encargados del montaje del espectáculo recogieran previamente centenares de sillas, para empequeñecer la puesta en escena.
Se pregunta uno ¿por qué si la tal reforma a la salud es “del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, ese pueblo que tanto menta y dice amar Petro le falló en lo que él calificaba como “un día histórico ?
Respuesta: porque el pueblo, a pesar de que es pendejo y se deja ensillar y engolosinar de encantadores de serpientes y cuenteros como el Presidente, no se ha tragado entero todo lo fantástico que le quieren vender de la reforma. Al mejor estilo de los regímenes totalitarios venezolano, cubano y nicaragüense, Petro y su sectaria ministra Carolina Corcho quieren decapitar, borrar de un plumazo lo construido en más de 30 años del sistema de salud que nos rige. Sí: que tiene fracturas y corrupción, nadie lo niega. Pero es una imbecilidad salir de Guatemala para meternos en “guatepior”.
Sistema que, con sus errores y aciertos, cubre hoy a más del 90 % de la población. Frente al muy vergonzante 25% que en su mejor momento logró el horroroso Instituto Colombiano de Seguros Sociales. Quien no recuerda las filas interminables de colombianos en los tenebrosos -oscuros, sucios y peligrosos edificios públicos del ICSS, suplicando por un mejoral o una cita con un médico general.
Con el san benito de que en su intermediación las EPS -Entidades Promotoras de Salud- se roban la plata, Petro y su bandola nos quiere devolver a esas épocas. Y pasarle el manejo de multimillonarios recursos de la salud a las llamadas Instituciones Prestadoras de Salud públicas, IPS. Creando para su operación miles y miles de costosa burocracia, que la tendremos que pagar todos los colombianos.
Presidente: primero, el Estado siempre ha sido un pésimo empresario. Y es justamente en el Estado donde, de acuerdo con la Contraloría y muchos organismos internacionales de control fiscal, anualmente se pierden billones de billones de pesos en corrupción. Y segundo, construya, no destruya. Enderece, no arrase. Trabaje en equipo y dialogue, no actúe como dictadorzuelo. Mire que el pueblo que lo eligió se puede cansar muy temprano de sus aires e ínfulas de semidios todopoderoso.
Entonces, bájele al populismo desenfrenado. Al autoritarismo. Al “el Presidente soy Yo”. Gobierne de verdad. Con humildad, respeto y sensatez. Digo yo.

Ñapa: Una “indiada” o nueva salida en falso de Petro: debió permitir la entrada de varias decenas de indígenas y maestros del Cauca, a quienes la Policía se les atravesó, cerrándoles el paso a la Plaza de Armas. El Presidente prefirió las tristes y aullantes sillas blancas vacías a la presencia de los indios caucanos. Le fueron útiles solo para que votarán por él. Ahora son apenas “unos indios”.