Por : María Isabel Rueda
Antes de su llegada al gabinete, Petro no tenía quién le manejara el Congreso y… ¡helo aquí! Convertido en el hombre del momento.
¿Es un pragmático? ¿Un dique? ¿Un operador político profesional? ¿Un clientelista? ¿Más zorro que Petro? ¿Un representante graduado de la clase política? ¿Maneja el Congreso con un dedo? Pues sí, es un avión, aunque no es Supermán. Para acabar con el suspenso, hablo del ministro Juan Fernando Cristo, y sí, él es todo lo anteriormente enumerado.
Mientras comienzan las cábalas electorales, ha pasado relativamente inadvertido que uno de los protagonistas de la actual política nacional es él. Bisagra entre el petrismo y el establecimiento. Lo cual puede ser favorable o reprobable, depende de cómo se le mire.
¿Que Cristo, el ministro del Interior, es ante todo un pragmático? Pues sí. Ese no es un pecado, faltaba más, pero todo tiene sus límites. Estuvo anidando, muy polluelo, en el gobierno Samper y fue uno de los que miró para otro lado con el proceso 8.000. Parte importante de su misión era vivir enterado de lo que los medios publicarían al otro día. Por eso se parqueaba en sus sedes (lo digo por experiencia propia) a la hora del cierre. Misión cumplida. Luego se instaló en el gobierno Santos, donde tuvo un papel protagónico pero discreto, como es su carácter, más por zorro que por modesto, en el proceso con las Farc, cuando tuvieron que meterle el acelerador para que no se perdiera el Nobel de Paz.
Durante algunos años se aguantó la jefatura liberal del expresidente César Gaviria, pero un buen día resolvió partir cobijas, quién sabe si por un mero interés político propio o porque ya divisaba en el panorama a su próximo flotador: Gustavo Petro Urrego.
Convenientemente para él, pero también, hay que decirlo, para el propio Petro, se instaló muy cómodo de ministro del Interior de su gobierno, trayendo un mensaje de estabilidad para el establecimiento. Claramente es el dique que contiene a Petro de pasarse más límites de la cordura con sus locuritas que se inventa a diario. Quién sabe si Cristo tenga los pantalones para parar el acto legislativo que sube los recursos de la nación a departamentos y municipios de 25,7 % a 46,5 %. Fedesarrollo y varios ministros y exviceministros advierten que produciría catástrofe por la crisis fiscal, económica y social que causará.
Como Roy Barreras, Cristo es un gran operador político. Antes de su llegada al gabinete, Petro no tenía quién le manejara el Congreso y… ¡helo aquí! Convertido en el hombre del momento. Es dique. Porque Cristo, si Petro llega al extremo de suspender las elecciones (como teme, por ejemplo, Germán Vargas Lleras en su confesión en magnífica entrevista con Luz María Sierra, directora de ‘El Colombiano’), es capaz de irse con un portazo para defender el establecimiento que él, de muchas formas, representa. Eso a Petro no le conviene, porque enviaría un mensaje de inestabilidad.
«Claramente es el dique que contiene a Petro de pasarse más límites de la cordura con sus locuritas que se inventa a diario«
Y supondríamos que Cristo acelera las reformas desatinadas de este gobierno en el Congreso con los mismos métodos clientelistas que solo le han cobrado en este país a Sabas Pretelt, el entonces mininterior de Uribe, para volver a decir “labor cumplida” y lanzarse a la presidencia; muy probable que lo haga el próximo marzo, francamente con menos posibilidades de las que él puede tener calibradas. No recibiría el apoyo del petrismo, porque es bien sabido que Petro solo se la juega (y eso) por los que son de su entraña y a Cristo apenas lo está utilizando. Y los ricos, los empresarios, los oligarcas, como los llama Petro, también. Ven en Cristo una válvula de escape para el momento. ¿Pero ya de presidente? ‘No way’. Su volatilidad política le resta confianza. Hoy aquí, mañana desde cualquier gobierno que llegue.
Queda, sin embargo, un misterio. ¿Será cierto que llegó al Gobierno vía Santos con la misión de “salvar” el proceso de paz con las Farc, que no parecería estar en el inventario de la tal “paz total”? ¿O vía Samper, que está enquistado en el gobierno Petro? ¿O de Laura Sarabia, ya no el poder detrás del trono, sino delante? Quién sabe cómo fue, pero ahí está Cristo, cumpliendo la tarea que le encomendaron, por lo menos hasta el momento.
Y sí, es un avión.
Entretanto… La democracia en Colombia está bloqueada. Esa es una tesis alrededor de la cual ha girado el ideario de Alfonso Gómez Méndez, quien, como pícaramente se lo dijo en entrevista a la W, está en la “reserva activa” de la política; lo cual significa, a buen entendedor, que sus aspiraciones políticas –muy merecidas, por cierto– gozan de todos los signos vitales. Pues el martes 12 de noviembre, en la biblioteca del entrañable Gimnasio Moderno, lanza un libro bajo el mismo título. Muy interesante leerlo, porque además viene condimentado con el ají del prólogo del agudo Felipe López Caballero, y en el acto habrá conversatorio, que desde ya promete ser muy revelador, con un periodista de tantos quilates como Roberto Pombo Holguín.