La decisión del presidente Gustavo Petro de imponer visas a los ciudadanos del Reino Unido ha generado un intenso debate en el ámbito político y económico. La medida, anunciada el pasado 26 de noviembre, se plantea como una respuesta de reciprocidad al restablecimiento del visado para colombianos por parte del Gobierno británico, lo que ha dividido opiniones en distintos sectores.
«Si el Reino Unido ha restablecido la necesidad de visas para el pueblo colombiano, por el principio de reciprocidad, el gobierno colombiano pedirá visas a los ciudadanos británicos que quieran venir a Colombia», afirmó Petro en su comunicado oficial.
Esta decisión no tardó en recibir críticas, especialmente desde el Congreso. Catherine Juvinao, representante a la Cámara por el Partido Verde, reaccionó con dureza. En la plataforma X (antes Twitter), expresó: «Nos gobierna un adolescente. Qué desastre», cuestionando tanto la política como el estilo del mandatario en asuntos de relaciones exteriores.
La respuesta de Petro fue igual de directa: «Cuando ya se olvidó qué es dignidad», señaló, avivando aún más el debate público.
Más allá del cruce de palabras, el anuncio ha suscitado preocupación en el sector turístico, que teme una posible disminución en la llegada de viajeros británicos, lo cual impactaría directamente en la economía nacional. Colombia, un destino atractivo para turistas del Reino Unido, podría ver reducido este flujo, afectando hoteles, restaurantes y otras actividades vinculadas al turismo.
Mientras algunos respaldan la postura del presidente como un acto de soberanía y dignidad nacional, otros consideran que esta decisión, basada en principios políticos más que económicos, podría ser contraproducente para el país.
El intercambio entre Petro y Juvinao también ha puesto de relieve las tensiones entre el Ejecutivo y el Legislativo, evidenciando un escenario político cada vez más polarizado frente a decisiones estratégicas de alto impacto.