El último episodio de la saga política colombiana parece más una tragicomedia que una conspiración internacional. Álvaro Leyva, excanciller y otrora aliado cercano de Gustavo Petro, salió a desmentir con firmeza las versiones que lo señalaban de supuestas gestiones en Estados Unidos para destituir al presidente.
A través de su cuenta de X, Leyva calificó el audio que lo vincula al complot como “editado caprichosamente”, un archivo manipulado con ruidos añadidos y cortes arbitrarios que distorsionan la conversación original. Según el excanciller, un peritaje forense realizado por un ingeniero de sistemas acreditado concluyó que el material difundido por el diario español El País carece de integridad y veracidad.
El escándalo había surgido a raíz de audios que, según el medio ibérico, revelaban reuniones de Leyva con asesores cercanos a Donald Trump, supuestamente para presionar por la salida de Petro y favorecer a la vicepresidenta Francia Márquez. Incluso se citaba un supuesto encuentro con Marco Rubio, quien, curiosamente, habría sido identificado erróneamente como secretario de Estado. Los congresistas estadounidenses señalados negaron categóricamente cualquier implicación.
Leyva, que ya había presentado su renuncia a la Cancillería más de un año atrás, consideró que la difusión de estos audios no solo es “absolutamente ilegal y absolutamente inmoral”, sino también un ataque a su derecho fundamental a la libre expresión. En diálogo con Semana, el excanciller subrayó que sus palabras fueron sacadas de contexto y recordó que incluso le había solicitado a Petro, de manera formal, que renunciara al cargo con base en normas constitucionales, dejando claro que no existió ningún plan clandestino.

“Eso es lo más ridículo del mundo. Esa fue una conversación privada. Decir ‘sacar a ese tipo’ no es nada, es una expresión tonta”, afirmó Leyva, quien calificó la grabación como un atentado a la libertad de expresión. Para él, el verdadero escándalo no está en lo que dijo, sino en el uso perverso de un audio manipulado para sembrar sospechas infundadas.
Entre conspiraciones inventadas y titulares sensacionalistas, el mensaje del excanciller es claro: la política colombiana parece más preocupada por fabricar escándalos que por resolver los problemas reales del país. Y mientras algunos buscan “complot” hasta en conversaciones privadas, otros recuerdan que la verdad no se construye con cortes y ruidos añadidos.