El canciller Luis Gilberto Murillo parece estar en una encrucijada política que podría marcar su salida del gobierno de Gustavo Petro. Las tensiones con el presidente habrían escalado debido a la polémica por la posible designación de Daniel Mendoza como embajador en Tailandia, un episodio que expuso profundas diferencias entre ambos.
Murillo, según fuentes cercanas, figura en la lista de funcionarios que podrían dar un paso al costado para enfocarse en proyectos políticos, específicamente una posible candidatura presidencial para 2026. Aunque no ha confirmado ni desmentido esta intención, su círculo íntimo asegura que ya estaría explorando este escenario. Su nombre aparece en recientes encuestas como la de Guarumo-Ecoanalítica, donde apenas registra un 0,3 % en intención de voto, muy por detrás de figuras como Sergio Fajardo (14,5 %), Vicky Dávila (13,1 %) y Gustavo Bolívar (8,9 %).
En el marco de una consulta interna de la izquierda, Murillo ocupa el séptimo lugar con apenas un 1,4 %, superado por Gustavo Bolívar, María José Pizarro y otros líderes. Este resultado refleja un debilitamiento de su imagen pública, especialmente si se compara con su desempeño previo como embajador en Washington, donde proyectaba una figura más independiente y moderada.
El choque con Petro por Daniel Mendoza
La reciente controversia sobre el nombramiento de Daniel Mendoza como embajador en Tailandia habría sido el detonante de las tensiones entre Murillo y Petro. Fuentes cercanas al proceso aseguran que el canciller expresó su desacuerdo con la designación, argumentando que contradecía los principios de una «diplomacia progresista y feminista».
Murillo habría llegado a manifestar su intención de no firmar el decreto correspondiente, generando fricciones directas con el presidente. Una reunión urgente entre ambos, celebrada el pasado 14 de diciembre, buscó zanjar la disputa, aunque la situación dio un giro inesperado cuando Mendoza declinó públicamente el cargo. Esto dejó a Murillo sin un argumento sólido para justificar una eventual ruptura con el mandatario.
Un ocaso político en desarrollo
Más allá de este episodio, en la Casa de Nariño se especula que la postura de Murillo podría haber sido interpretada como un desafío hacia Petro, lo que habría debilitado aún más su posición dentro del gobierno. Adicionalmente, otro posible conflicto se avecina: la decisión de Petro sobre asistir o no a la posesión de Nicolás Maduro. Según fuentes, el presidente evalúa enviar a Murillo como delegado, una tarea que el canciller estaría renuente a asumir.
El cambio de Murillo: de centro a izquierda radical
Desde su llegada a la Cancillería, Murillo ha adoptado posturas alineadas con el oficialismo que contrastan con su pasado político más centrista. Ha respaldado decisiones controversiales como el rompimiento de relaciones con Israel, evitado condenar la persecución a María Corina Machado y defendido al régimen de Maduro ante sanciones internacionales.
Estas posiciones han generado críticas, incluso desde figuras cercanas a su trayectoria pasada, como el expresidente Juan Manuel Santos, quien recientemente lamentó su «ambivalencia» frente a la crisis en Venezuela. «Es en momentos como este cuando un canciller debe mostrar carácter, en lugar de convertirse en cómplice», señaló Santos.
Murillo, quien alguna vez fue percibido como un político de centro con perspectivas conciliadoras, hoy enfrenta un deterioro en su imagen pública y política. Mientras busca desligarse del gobierno Petro, los colombianos podrían no olvidar fácilmente su papel en decisiones que han marcado esta administración.
Su futuro político parece incierto, y su permanencia en la Cancillería pende de un hilo. ¿Será esta la oportunidad que busca para proyectarse como candidato presidencial, o el comienzo del ocaso de su carrera política? Solo el tiempo lo dirá.
