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Banrepública y Corte Constitucional: parte de tranquilidad

Néstor Humberto Martínez

Tranquilidad viene de tranca. Y la tranca está bien puesta en la junta del Banco y en la Corte.

En medio del desbarajuste nacional, ha ido creciendo la idea de que el Gobierno está a punto de tomarse la Corte Constitucional y la junta directiva del Banco de la República, si no es que ya se las tomó. ¡De ser así, apague y vámonos!, se dice en muchos círculos. Aunque es legítima la preocupación, porque en el diseño constitucional estos son órganos autónomos fundamentales del equilibrio de poderes, frente al riesgo de los desafueros y la arbitrariedad del régimen, creo que el escándalo es mayor que la realidad, como ocurre en estos tiempos de crispación.

Que la Corte Constitucional sea gobiernista es impensable. Todo nace del nombramiento como magistrado de Miguel Polo, quien está muy lejos de ser un javeriano de izquierda. Basta leer sus sentencias. Llegó a la Corte de la mano ultraconservadora del jurista Rodrigo Escobar y se hizo magistrado auxiliar, durante 8 años, de Luis Guillermo Guerrero, uno de los más ortodoxos constitucionalistas que ha tenido la Corte. También acompañó en su magistratura a Alejandro Linares, hijo del notablato liberal y reconocido comercialista. Pero si faltara una prueba más, baste recordar que fue miembro de la UTL del senador Germán Vargas Lleras. ¿Alguien se puede imaginar a un ‘mamerto’ en la unidad legislativa de Vargas?

Es cierto que el gobierno ya nombró a uno de sus escuderos judiciales, Vladimir Fernández, y este año nombrará otro magistrado. Pero ello no le asegura mayoría alguna. Claro está que en el seno de esta corporación, de consagrados juristas, algunos cultivan el “nuevo derecho”, pero –aun así– nunca la Corte avalará una reforma a las pensiones o a la salud, que lesione los derechos de los ciudadanos, o una norma que busque interrumpir el orden democrático. Y eso es lo que hoy importa. Su reciente decisión de no asistir a Palacio para no comprometer su autonomía es prueba irrefutable del talante de la Corte que hoy preside, enhorabuena, Jorge Enrique Ibáñez.

En el caso de la junta directiva del Emisor, no recuerdo un solo evento en el que los directores hayan llegado allí como mandaderos del gobierno de turno. Para empezar, porque todos nacen con período constitucional propio y el Gobierno no puede removerlos, lo que los emancipa del Ejecutivo desde el mismo momento de su designación. Saben bien que su deber de lealtad es solamente con la preservación del poder adquisitivo de nuestra moneda. Tampoco nunca los directores han puesto su ideología por encima de su responsabilidad en la lucha contra la inflación. Porque todos entienden, de derechas o de izquierdas, que esta es el impuesto más regresivo en una sociedad.

Sobre la idea de que el Gobierno está a punto de tomarse la Corte Constitucional y la junta directiva del Banco de la República, si no es que ya se las tomó, el escándalo es mayor que la realidad

Sin embargo, en el caso de los siete miembros de la junta directiva del Emisor, algunos analistas, con calculadora en mano, hacen las siguientes cuentas: como Petro tiene en la junta a su ministro de Hacienda, designó a Olga Lucía Acosta a finales del 2022 y acaba de nombrar a Laura Carla Moisá y César Giraldo, la aritmética dicta que la autoridad monetaria ya es apéndice del Gobierno. Nada más alejado de la realidad.

Afirmar que Olga Lucía Acosta es petrista es de locos o de desinformados. Nacida en las canteras del monetarismo ortodoxo, fue jefa de moneda y banca del Emisor; luego, asesora de José Antonio Ocampo en el Ministerio de Hacienda en los años ochenta y posteriormente, alta directiva de la Cepal, posiciones en las que se ve la “mano invisible” de Ocampo.

Y si bien echaremos de menos a Jaime Jaramillo y a Roberto Steiner, dos de los más consagrados economistas del país, lo cierto es que con la nueva configuración de la junta será más rico el debate interno. Pero lo que sí nunca ocurrirá es que se abran las compuertas de la emisión primaria para financiar las políticas populistas y reeleccionistas del gobierno del “cambio”, único riesgo catastrófico que hoy preocupa. Entre otras razones porque se requeriría el voto unánime de la junta. Un imposible.

Tranquilidad viene de tranca. Y la tranca está más que bien puesta en la junta del Banco y en la Corte Constitucional.
Taponazo. ‘Habemus’ cortes.


NÉSTOR HUMBERTO MARTÍNEZ NEIRA

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