El número de ministros que dejarían sus cargos podría crecer en las próximas horas.
Pocas horas después de que el presidente Gustavo Petro designara al exembajador Armando Benedetti como su nuevo jefe de despacho, se concretó de una vez por todas el remezón ministerial anunciado por el Gobierno desde noviembre de 2024.
El consejo de ministros que convocó el presidente Petro y que el país observó hasta altas horas de la noche, sirvió de escenario para que el gabinete ministerial se sacudiera.
Señalamientos y críticas del primer mandatario a sus ministros, la incomodidad y franqueza de la vicepresidenta Francia Márquez y la férrea oposición de la izquierda radical por el aterrizaje de Armando Benedetti al anillo más cercano de Petro generaron una especie de implosión en el gabinete, que no se siente cómodo, como tampoco lo está el jefe de Estado.
El ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, fue sensato porque supo leer el mensaje entre líneas del jefe de Estado durante el consejo de ministros.
“Propongo a los ministros, como lo hice sin suerte hace dos semanas, que renunciemos hoy para dejar en libertad al señor presidente de hacer los cambios que él considere necesarios para asumir los retos de la recta final de gobierno. Es evidente que como jefe de Estado no está satisfecho con los resultados y un sector importante de la opinión nacional tampoco”, escribió Cristo en sus redes sociales.
Petro, desde noviembre pasado, cuando el Congreso hundió la Ley de financiamiento, anunció una reorganización en el gabinete.
Hasta la tarde de este miércoles 5 de febrero, el director del Dapre, Jorge Rojas, uno de los hombres más cercanos al presidente y que trabajó a su lado durante su mandato en la Alcaldía de Bogotá, dimitió a su cargo. El golpe fue certero. No llevaba ni un mes en el Departamento Administrativo de la Presidencia y se fue ante la frustración de perder la puja política con Armando Benedetti. Se opuso a la llegada del barranquillero al anillo cercano de Petro y no lo consiguió. Al contrario, se atornilló y ha recibido total respaldo del jefe de Estado.
A renglón seguido, renunció el ministro de Cultura, Juan David Correa, y, posteriormente, se conoció la salida de la secretaria jurídica de la Presidencia, Paula Robledo. Ella había presentado su carta de renuncia una semana atrás.
Gustavo Petro —quien quería oxigenar su gabinete desde finales de 2024 para gobernar con el equipo que lo acompañará hasta el final del mandato—, tiene en su escritorio un rosario de renuncias protocolarias, entre ellas la del ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, y el director de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres, Carlos Carrillo. Mientras tanto, la ministra de Medio Ambiente, Susana Muhamad, advirtió, casi llorando, que si Armando Benedetti continúa como jefe de despacho, ella renunciaría.
Tal y como están las cosas, es posible que la exconcejal de Bogotá salga de su cargo en los próximos días porque el nuevo jefe de despacho, a quien Petro comparó con Jaime Bateman, el revolucionario del M-19, no se irá de su puesto. Muhamad tiene entre sus planes aspirar al Congreso en 2026 o a la Alcaldía de Bogotá.
Cristo tenía contemplado renunciar en mayo para participar en las elecciones de 2026, pero como está el escenario político, hay analistas políticos que le recomiendan que salte del barco antes de que se termine de hundir. Él, hasta la tarde de este miércoles, no tenía en mente dimitir. Al fin y al cabo, el presidente cuenta con él para el último empujón de las reformas en el Congreso después del 10 de febrero.
Más allá del huracán Benedetti y los efectos del consejo de ministros, hay sectores políticos que no descartan que detrás del remezón ministerial que se está produciendo en la Casa de Nariño, haya una estrategia que le permita a Petro tener a la mano gran parte de los ministerios y entregarlos, eventualmente, a partidos políticos tradicionales que sean clave para el empujón de sus reformas en el Congreso.
La tesis ha cobrado fuerza en los mentideros políticos. No obstante, el jefe de Estado tiene el poder para prescindir de los servicios de cualquiera de sus ministros sin necesidad de un escándalo que no es menor, que desnudó la crisis interna de la administración actual y que terminó por opacar la crisis en el Catatumbo, en Norte de Santander, donde más de 50.000 colombianos siguen desplazados por la violencia.