El colombiano Dairo Antonio Úsuga David, alias ‘Otoniel’ y considerado uno de los capos más peligrosos y buscados en el mundo, fue condenado este martes en Nueva York a 45 años de cárcel por narcotráfico, al considerarlo culpable de introducir varias toneladas de droga en Estados Unidos.
La jueza, además, rechazó las disculpas que pidió el condenado, que hizo un alegato a favor del fin del conflicto armado y una paz negociada. «Dudo que si no lo hubieran detenido, hubiera puesto fin a lo que hacía», dijo Irizarry.
Otoniel, con el traje caqui de los presos y sin separarse de los auriculares con los que siguió la vista, pidió perdón en su última intervención al Gobierno de Estados Unidos, al de Colombia, a las víctimas causadas por el narcotráfico y a sus familiares «por todo» lo que hizo.
Adujo para justificarse que había «crecido en un ambiente de narcotráfico y violencia», pero Irizarry le respondió que eso no servía como excusa porque también ella, de origen puertorriqueño, había crecido en El Bronx en un ambiente violento y de su barrio salió «mucha gente productiva». «No se puede tapar el sol con un dedo», dijo en español para que Otoniel la entendiera.
La condena de Otoniel pone fin a una era de poderosos narcos que lideraron el tráfico de cocaína desde Colombia -productor del 90 % de la cocaína que llega a Estados Unidos-, pasando por México y Centroamérica.
La justicia colombiana también lo acusa de homicidio, terrorismo, reclutamiento de menores, secuestro y delitos sexuales, entre otros crímenes que cometió cuando fue guerrillero y paramilitar, antes de convertirse en el narco más buscado de Colombia.
Nacido en una familia campesina del noroeste de Colombia, Úsuga está acusado de abusar de niñas y adolescentes en sus zonas de influencia.
Redacción: ET