El exalcalde de Cali, Jorge Iván Ospina, fue designado embajador de Colombia en Palestina el año pasado, en medio de aplausos y celebraciones mediáticas. Sin embargo, hasta la fecha, no ejerce funciones diplomáticas, vive en Cali y carece de sede, credenciales y salario.
Según fuentes cercanas, su nombramiento quedó prácticamente en el olvido, convirtiéndolo en un embajador de papel sin capacidad real para representar al país. Ospina, quien se había mostrado abiertamente cercano al Gobierno del cambio durante su gestión en Cali, reconoció que la designación tuvo un componentes mediático más que práctico, sin avances tangibles en la representación diplomática colombiana en Palestina.
El caso pone sobre la mesa cuestionamientos sobre la gestión de nombramientos diplomáticos y la asignación de recursos en el Ministerio de Relaciones Exteriores, especialmente cuando cargos estratégicos quedan vacíos o sin operatividad.