El presidente Gustavo Petro volvió a encender la polémica internacional. En su paso por Nueva York, tras confirmarse el retiro de su visa estadounidense, el mandatario reaccionó con un desparpajo que ya genera rechazo: “No volveré a ver al Pato Donald, por ahora, eso es todo. Yo estoy tranquilo”.
Lejos de mostrarse preocupado por el deterioro de las relaciones diplomáticas con Washington, Petro optó por burlarse y lanzar dardos contra Donald Trump y Estados Unidos. Un gesto que, para sus críticos, demuestra su desprecio por la diplomacia, su falta de seriedad como jefe de Estado y, sobre todo, su desconexión con la realidad que vive Colombia.
Mientras el país sufre una oleada de inseguridad, narcotráfico desbordado, fuga de inversión extranjera y crisis social, Petro se pasea en Nueva York como si nada, ironizando sobre un hecho que cualquier presidente en su sano juicio tomaría con prudencia.
El “no me importa” presidencial no solo desnuda su arrogancia, sino que envía un mensaje peligroso: a Petro parece darle igual aislar a Colombia de uno de sus principales aliados. Pero, eso sí, siempre con su toque de humor barato y comparaciones de caricatura, que terminan dejando en ridículo al país entero.