Hubo días en los que el jazz definido como“el retorno de la música de los salvajes”. De este modo se refirió a los sonidos del sur de Estados Unidos un periodista de The New York Times en 1924.
Pero como los tiempos cambian, en 1987 el Congreso de los Estados Unidos lo declaraba un “destacado modelo de expresión” y un “excepcional tesoro nacional”.
Sus orígenes se remontan a finales del siglo XIX, cuando en Nueva Orleans, Memphis, Kansas, Dallas o San Luis se hacían festivales con música de tambores y danzas africanas interpretados por los esclavos.
En su día libre, el domingo, se hacían estas reuniones sonoras que ya en 1885 tenía bandas organizadas con una gran riqueza rítmica que molestaba a la iglesia, especialmente por el uso de los tambores, considerado un instrumento poco santo.
Esta música sobrevivió a la crítica y hoy es, sin dudarlo, una de las más sentidas y exquisitas. Y un regalo de los negros esclavos traídos a América para el mundo.
Motivo de estudio de varios especialistas, el crítico alemán Joachim-Ernst Berendt, en su libro ‘El jazz: de Nueva Orleans al jazz rock’, afirma que “es una forma de arte musical que se originó en los Estados Unidos mediante la confrontación de los negros con la música europea. La instrumentación, melodía y armonía del jazz se derivan principalmente de la tradición musical de Occidente. El ritmo, el fraseo y la producción de sonido, y los elementos de armonía de blues se derivan de la música africana y del concepto musical de los afroamericanos”.
Y con el paso del tiempo, esta música se volvió patrimonio del mundo. En cada lugar le dieron un toque especial y ahora hace parte de culturas locales.

En Colombia no ha sido la excepción. En un escrito de Esteban Bernal en la página de Banrepública, se cuenta que “su aparición desde la segunda mitad del siglo XX en nuestro país (tiene) una influencia recibida directamente del lenguaje estadounidense y europeo; un esfuerzo por integrar a su lenguaje elementos de las músicas tradicionales colombianas; y finalmente, la intención por definir sonoridades de vanguardia acordes con los desarrollos de las músicas académicas (improvisación, aleatoriedad, uso de recursos electroacústicos)”.
Además, tenemos grandes músicos en el género, como Jazz Band Lorduy, Lucho Bermúdez, Al Escobar, Francisco Zumaqué, Tico y Toño Arnedo, Edy Martínez, Óscar Acevedo, William Maestre, Gabriel Rondón,entre muchos otros.
Las generaciones han ido cambiando y también los estilos. Y hasta el 30 de abril se presentarán, en el Teatro Libre del Centro, a las 8 p. m., cuatro rbandas y artistas que dan cuenta del panorama actual de nuestro jazz.
Comienza Anamaría Oramas Jazz Cuarteto, el 27, una de las jóvenes figuras. Su flauta ha acompañado a Juancho Valencia, Lucía Pulido y Jorge Velosa, entre otros. Su pasión por el jazz la ha llevado a unir este género con varios sonidos colombianos.
El 28 de abril se presenta Jackson Ensamble, que también hace la unión de músicas tradicionales y armonías modernas del jazz, y el 29 estará Jonathan Krause, saxofonista, clarinetista y flautista.
Urpi Barco cierra el 30 de abril, una de las voces más reconocidas del momento que además es una gran compositora. Ha desarrolla también un trabajo investigativo de las músicas de las costas colombianas.

¿Dónde y cuándo?
Del 27 al 30 de abril. Teatro Libre del Centro. Calle 12B no. 2-44. Boletas: Atrapalo.com y taquillas del teatro.
Tomado E.T.