El exministro de Relaciones Exteriores, Luis Gilberto Murillo, dejó su cargo en circunstancias que han generado controversia y especulación. Su salida se produjo en un contexto marcado por la premura en la designación de Laura Sarabia como su sucesora y las tensiones diplomáticas entre Colombia y Estados Unidos.
Desde el pasado 20 de enero, cuando se conoció su renuncia, quedó en evidencia la urgencia con la que el Gobierno nacional manejó la transición. Mientras Murillo aún desempeñaba funciones diplomáticas en Estados Unidos, la Presidencia de la República ya había publicado la hoja de vida de Sarabia, dejando claro que la administración de Gustavo Petro quería dar un giro rápido en la Cancillería.
A pesar de que su renuncia habría estado planeada desde diciembre de 2024 por motivos de desgaste y cansancio, según fuentes cercanas a la Casa de Nariño, el proceso de su salida no transcurrió como él hubiera deseado.
Las tensiones con el presidente Petro se intensificaron en la última semana de su gestión, especialmente luego del congelamiento temporal de las relaciones entre Colombia y Estados Unidos. Un cruce de mensajes entre el mandatario colombiano y el expresidente estadounidense Donald Trump en la red social X elevó la incertidumbre diplomática, y el ahora excanciller se vio en medio de un escenario complejo.
Murillo dejó la Cancillería de manera discreta y sin los reconocimientos esperados por parte del Gobierno. Mientras él intentaba afianzar la relación con Washington tras la crisis diplomática, en la Casa de Nariño se ultimaban los detalles de la posesión de Laura Sarabia, programada para el 29 de enero.
Durante su último día en el cargo, Murillo compartió en redes sociales un mensaje en el que destacaba la resolución del conflicto con la firma Thomas Greg & Sons por el tema de los pasaportes, un asunto que había sido una piedra en el zapato para su administración.
Sin embargo, su despedida no estuvo exenta de dificultades. Cuando intentaba viajar a Washington el 27 de enero, su vuelo fue demorado porque, según fuentes citadas por Semana, su visa estadounidense habría sido suspendida debido a la orden de Trump de restringir el acceso a funcionarios del Gobierno Petro. Aunque finalmente logró viajar, al llegar a EE.UU. fue sometido a una verificación especial antes de que le permitieran el ingreso con un permiso especial.
A pesar de la frialdad con la que dejó el cargo, Murillo evitó declaraciones polémicas y le deseó éxito a Laura Sarabia en su nueva gestión, sin hacer mención alguna al presidente Petro.
El exdiplomático ha mantenido silencio sobre los detalles de su salida y no ha respondido a las versiones sobre las dificultades que enfrentó en su viaje a EE.UU. Sin embargo, su salida acelerada y las circunstancias que la rodearon dejan en evidencia un capítulo turbulento en la Cancillería colombiana.
