El gobierno de Gustavo Petro ha puesto fin a dos emblemáticos programas sociales: Mi Casa Ya y Hambre Cero. Estas decisiones han generado una ola de críticas y preguntas sobre las prioridades de su administración.
El fin de Mi Casa Ya, un programa que ayudaba a miles de familias colombianas a acceder a vivienda propia, y la cancelación de Hambre Cero, una iniciativa diseñada para combatir la inseguridad alimentaria, han dejado a muchos sectores sociales en la incertidumbre.
Mientras tanto, algunos analistas se preguntan si estas medidas están relacionadas con la intención del presidente de «atacar» a los 4,000 ciudadanos más ricos de Colombia, en un aparente esfuerzo por reducir la desigualdad.
La opinión pública está dividida: ¿son estas decisiones parte de una estrategia para reconfigurar el sistema social y económico del país, o representan un retroceso en el bienestar de las clases menos favorecidas?
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