Jimmy Carter, expresidente de Estados Unidos y galardonado con el premio Nobel de la Paz en 2002, dejó un legado inusual que trascendió su paso por la Casa Blanca. Reconocido por su labor como mediador internacional y defensor de los derechos humanos, Carter destacó más por su vida postpresidencial que por su único mandato como presidente.
Un líder tecnócrata en tiempos de descontento
Nacido en una próspera familia de Georgia y graduado de la Academia Naval, Carter llegó a la política como un demócrata moderado con formación en ingeniería. En 1976, se presentó a las elecciones presidenciales como un líder honesto y comprometido, conectando con los votantes tras los escándalos del Watergate y la turbulenta guerra de Vietnam.
Durante su mandato, impulsó la Ley de Asignaciones de Estímulo Económico para enfrentar la recesión, aunque los beneficios fueron limitados debido al impacto de la crisis del petróleo. A pesar de los retos económicos, su administración marcó hitos como la creación de los departamentos de Educación y Energía, la designación de amplias áreas protegidas en Alaska y la histórica incorporación de mujeres y minorías en cargos federales. También promovió figuras clave como Ruth Bader Ginsburg, quien más tarde sería una destacada jueza de la Corte Suprema.
Un legado de diplomacia y derechos humanos
Tras dejar la presidencia, Carter dedicó su vida a la mediación internacional. Inspirado por las negociaciones de Camp David en 1978, que llevaron a la paz entre Egipto e Israel, fundó en 1982 el Centro Carter, una institución centrada en la democracia y los derechos humanos.
Carter lideró misiones de observación electoral en países con antecedentes de fraude, incluyendo Panamá, Nicaragua, Venezuela y México. También se involucró en la resolución de conflictos internacionales, mediando en tensiones con líderes como Kim Il Sung de Corea del Norte y Muamar Gadafi de Libia.
Además, Carter trabajó incansablemente con Habitat for Humanity, ayudando a proporcionar viviendas a comunidades desfavorecidas, un compromiso que mantuvo hasta la pandemia de COVID-19.
El Nobel de la Paz y el reconocimiento global
Aunque sus posturas no siempre coincidieron con las administraciones de Washington, su labor por la paz y los derechos humanos fue reconocida internacionalmente. En 2002, el Comité Noruego le otorgó el premio Nobel de la Paz por sus “incansables esfuerzos para encontrar soluciones pacíficas a los conflictos internacionales, avanzar la democracia y promover el desarrollo social y económico”.
“No puedo negar que como expresidente soy mejor de lo que fui como presidente”, admitió en una ocasión. Una afirmación respaldada por las cifras: su índice de aprobación durante su mandato fue del 45.5 %, pero en 2009, un sondeo de CNN lo elevó retrospectivamente al 64 %.
Jimmy Carter será recordado como un líder atípico, cuyo impacto trascendió su paso por el Despacho Oval, consolidándose como una figura global en la búsqueda de la paz y la justicia.


