La reforma a la salud, uno de los proyectos clave del Gobierno, enfrenta un contrarreloj en la Cámara de Representantes. A tan solo cinco días para que concluya el periodo legislativo, los ministerios aseguran que los votos necesarios para aprobarla en segundo debate están asegurados. Sin embargo, el mayor desafío radica en lograr la asistencia suficiente de los legisladores para votar los artículos en bloque.
Las sesiones extraordinarias convocadas por el Ejecutivo tienen un único propósito: conseguir que la reforma sea aprobada antes de que finalice el año. Si no lo logran, la discusión se aplazaría hasta febrero de 2025, un escenario que el Gobierno quiere evitar a toda costa.
Impedimentos y cuórum en el centro del debate
Para iniciar el debate en plenaria, la Cámara debe resolver primero nueve impedimentos presentados por distintos congresistas. Aunque los ministerios del Interior y de Salud confían en que el cronograma permita avanzar esta semana, las dificultades de los días recientes —donde el cuórum se desmoronó tras largas jornadas nocturnas— generan incertidumbre.
La estrategia oficial se centra en iniciar la discusión este lunes 16 de diciembre, durante la última sesión ordinaria del periodo legislativo, y tramitar los artículos entre martes y miércoles en sesiones extraordinarias convocadas por el ministro Juan Fernando Cristo. Con el tiempo en contra, los promotores de la reforma planean votaciones en bloque, una fórmula que ya emplearon en la Comisión Séptima. Según el ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, “cinco días son más que suficientes para que la reforma sea debatida”.
Tropiezos en el camino
El panorama no es sencillo. El Gobierno enfrenta tres obstáculos principales:
1. Tácticas dilatorias: Algunos representantes buscan retrasar la discusión para negociar el texto con los nuevos ministros, pues se especula que Cristo y Jaramillo dejarán sus cargos para enfocarse en sus aspiraciones electorales de 2026.
2. Malestar en la Cámara: Las críticas hacia la gestión del presidente de la corporación, Jaime Raúl Salamanca, han generado tensiones entre los legisladores. En las sesiones anteriores, varios representantes abandonaron el recinto, desbaratando el cuórum, y no descartan repetir esta estrategia en los días restantes.
3. Apoyos conservadores inciertos: Aunque el Gobierno busca sumar votos de la bancada conservadora, muchos de sus miembros temen respaldar públicamente la reforma debido a la postura oficial del partido, que ha rechazado el proyecto en instancias previas.
Debate político en torno a la reforma
Las críticas no han tardado en llegar. El representante Andrés Forero, del Centro Democrático, cuestionó el manejo del proceso:
> “El llamado es a que no pupitreen esta reforma. No pueden pretender, mientras los colombianos están cantando villancicos, aprobar de manera exprés una de las reformas más importantes solo por los caprichos electorales de los ministros Cristo y Jaramillo. Esto debe ser debatido a fondo”.
Por su parte, María Eugenia Lopera, representante del Partido Liberal, defendió el trabajo realizado:
> “Se ha trabajado con todos los sectores y este es un texto que recoge muchos consensos. Es cierto que no todos están de acuerdo, pero eso obedece más a intereses políticos”.
¿Quién se hará responsable del proyecto?
Un nuevo punto de discordia ha surgido entre los congresistas independientes, quienes buscan desvincularse como autores de la reforma. Aseguran que no se sienten representados por la acumulación que hicieron los ponentes del proyecto del Gobierno y su propia iniciativa, construida con aportes de la comunidad médica.
Si estas firmas se retiran, el Ministerio de Salud quedaría como único responsable del proyecto, un escenario que complicaría aún más su trámite.
La cuenta regresiva ha comenzado, y el desenlace de esta reforma será clave para medir la capacidad del Gobierno de sacar adelante sus prioridades legislativas en medio de un ambiente político enrarecido.
